Desde que estalló la crisis económica se ha intentado
analizar sus orígenes, sus causas, su duración, y sobre todo
las medidas necesarias para comenzar a plantearse la salida
de esta difícil situación. En el estudio de estas variables,
aparecen siempre algunos factores, denominados
estructurales, que son propios de la economía española. Así
hablamos de la dependencia energética del petróleo de
nuestra economía, del déficit exterior, o de la baja
productividad de la economía española.
Estas características decimos que son estructurales porque
su existencia viene de muchos años atrás, y los sucesivos
gobiernos no han podido o no han querido adoptar medidas que
fueran en la dirección de arreglar estos graves desajustes.
Pero centrémonos en la Energía y su escasez, lo que nos
obliga irremediablemente a acudir a obtenerla, en gran
medida, en el exterior lo que lleva aparejado nuevos
problemas de garantía de suministro y precio.
Una sociedad moderna y desarrollada, como la nuestra,
necesita un suministro de energía estable y barato. Estable
pues es necesario para el funcionamiento de nuestro modo de
vida y barato por que al ser un elemento básico y que todos
necesitamos, en mayor o menor medida, tiene que tener un
precio asequible a la generalidad de los ciudadanos.
Y esto debe ser así necesariamente, ya que el crecimiento
demográfico de la población a nivel mundial y el propio
desarrollo de los países hace inviable cualquier tipo de
organización social con una energía derivada de la existente
en la naturaleza sin ninguna transformación. Puede valer
como ejemplo de esta situación, la existencia de tribus
amazónicas que viven en equilibrio con la naturaleza que les
rodea, o la existencia de grupos aislados, que bajo una
filosofía naturalista, también viven en equilibrio con la
naturaleza. Pero, que ocurriría si esos grupos humanos
vieran aumentar su población de manera significativa o su
demanda de servicios de todo tipo. Parece evidente que los
problemas que tendrían serían los mismos que los nuestros y
habría que empezar a estudiar como solucionarlos.
Pero entremos en profundidad en el concepto de Energía y en
las ventajas e inconvenientes que presentan cada una de
ellas, a los efectos de poder valorar cual podría ser la
estructura del consumo de las diferentes fuentes de energía
a consumir en España.
Las fuentes de energía se dividen en dos grandes grupos:
permanentes o renovables y temporales o no renovables. Se
denomina energía renovable a la que se obtiene de fuentes
naturales virtualmente inagotables, bien por la inmensa
cantidad de energía que contienen, bien por que es capaz de
regenerarse por medios naturales. Se denomina energía no
renovable a aquellas cuyas reservas son limitadas y se
agotan con su uso.
A su vez, las fuentes renovables de energía pueden dividirse
en dos categorías: limpias y contaminantes. Ejemplos de
energías limpias serian la energía solar, eólica,
hidráulica, geotérmica, etc. Ejemplos de energías
contaminantes serían las obtenidas a partir de la materia
orgánica o biomasa y se pueden utilizar directamente como
combustibles, si bien mantienen los mismos problemas que la
energía producida por los combustibles fósiles, es decir en
la combustión emiten CO2 a la atmósfera.
Por otro lado, las fuentes de energía no renovables, al ser
limitadas se agotarán con su uso, las principales son la
energía nuclear y la obtenida de los combustibles fósiles:
el petróleo, el gas y el carbón.
Llegados a este punto, es preciso analizar cuales son las
características de cada tipo de fuente de energía, es decir
sus ventajas e inconvenientes, y por último relacionarlo, a
su vez, con su coste de producción y/o transformación. Y
este es el verdadero meollo del asunto, porque la elección
de la mejor alternativa de nuestra estructura de consumo de
energía, es la decisión más compleja que tiene que tomar el
gobierno de nuestro país, en el ámbito de la energía.
Veamos con mayor detalle:
-Fuentes de energía renovables limpias. El sol, viento,
mareas, hidráulicas, etc., son, en principio inagotables.
Sin embargo la capacidad de producción depende de que se den
las circunstancias meteorológicas adecuadas, días soleados,
viento, lluvia, por lo que resulta difícil garantizar la
producción. Sin embargo España es un país especialmente apto
para estas energías.
Otros problemas son la intensidad de la energía producida,
relativamente baja para las necesidades de la industria y
los servicios, y la capacidad de almacenar la energía
producida con estas tecnologías. Si bien es posible que la
investigación, en el futuro, pueda ir solucionando estos
inconvenientes.
Por supuesto, su mejor virtud, es que no producen emisiones
de gases a la atmósfera, y por tanto su efecto sobre el
clima y el entorno es nulo. No obstante, los más pesimistas,
critican el efecto de los aerogeneradores sobre el entorno,
creando la denominada contaminación paisajística.
-Fuentes de energía renovables contaminantes. Son las que se
obtienen a partir de la materia orgánica o biomasa y se
pueden utilizar directamente como combustible, o convertida
en bioetanol, biogas o biodiesel.
Si bien están catalogadas como fuentes de energía
renovables, existen serias dudas sobre la capacidad de la
agricultura para proporcionar la cantidad de vegetales
necesaria, si su uso se populariza. Por otro lado, ya se ha
producido un incremento de los precios de los cereales, ante
la mayor demanda para su uso como biocombustibles.
Por último, en su producción y su combustión, emiten gases a
la atmósfera, al igual que los combustibles fósiles, por lo
que su efecto sobre el clima y la atmósfera es perjudicial.
-Fuentes de energía no renovables. Son aquellas que se
agotaran con su uso. Por sus diferencias esenciales las
clasificamos en dos tipos: la energía nuclear y la obtenida
de los combustibles fósiles.
La energía nuclear se obtiene a partir de la fisión de
átomos de uranio y como consecuencia de la reacción nuclear
se puede producir energía eléctrica sin limitaciones de
intensidad ni de las condiciones meteorológicas. El uranio
está en la naturaleza, y aunque por su propia existencia es
limitado, si existe en cantidades mas que razonables.
Los problemas del uso de la energía nuclear provienen de la
seguridad, ante un posible accidente en la central nuclear,
y de los residuos radioactivos que se generan del
funcionamiento de la central.
Al no emitir gases a la atmósfera, su efecto sobre el clima
es nulo y la contaminación es inexistente.
La energía obtenida de los combustibles fósiles, deriva del
petróleo, gas natural y carbón y representan la base de la
energía consumida en el mundo desde la invención de la
máquina de vapor por James Watt, a finales del siglo XVIII.
La utilización masiva de esta fuente de energía ha generado
los graves problemas de contaminación y cambio climático con
los que hoy convivimos en el mundo actual.
Pero si algo caracteriza a los combustibles fósiles, por su
propia naturaleza, es su existencia limitada, en algún
momento se acabarán y ese momento está más próximo que
tarde. Nadie lo sabe con exactitud, pero el abanico oscila
desde un mínimo de 40 años hasta un máximo de doscientos
años, después de ese tiempo la capacidad de producir energía
de los combustibles fósiles se habrá acabado.
Mención especial merece el petróleo, que además de los
problemas genéricos de los combustibles fósiles, tiene otros
añadidos, así ante la existencia de los yacimientos
petrolíferos en un reducido número de países hace que España
tenga que comprarlo en el exterior. Ello genera dudas ante
la garantía de suministro – habría que recordar los graves
problemas de abastecimiento generados en el mundo occidental
a raíz de la guerra de los seis días – y como consecuencia
de lo anterior la enorme volatilidad de los precios del
petróleo cuya demanda no suele verse alterada por
incrementos de precios, ante la imperiosa necesidad de su
abastecimiento.
Pero además, al no poseer España yacimientos de petróleo,
hay que importarlo del exterior y pagarlo en dólares, lo que
genera a su vez un grave problema de desequilibrio de
nuestra balanza comercial, que se agrava en los momentos en
que el precio del petróleo alcanza los picos más elevados.
Y de momento no hay más. La investigación intenta descubrir
nuevas mejoras y avances en las energías renovables y en la
nuclear que puedan minimizar sus factores negativos que ya
hemos expuesto.
Este escenario de las fuentes de energía no quedaría
completo, si no lo relacionáramos con los precios de la
energía, medidos en relación al coste de producir 1
Megawatio/hora de electricidad. Aunque no todo el mundo se
pone de acuerdo en relación con el valor de este coste, ya
que existen dudas sobre la inclusión en él de todos los
conceptos necesarios para valorar su producción. Así existen
dudas sobre la inclusión del valor de las subvenciones en al
cálculo del coste de la energía fotovoltaica o la inclusión
del coste del almacenamiento durante 400 años, como mínimo,
de los residuos radioactivos generados por la energía
nuclear.
En cualquier caso y aunque sea a mero título orientativo,
los costes de producir 1 Megawatio/hora de electricidad en
función de la fuente de energía utilizada se estima que
sería los siguientes:
Energía nuclear: 36 Euros.
Energía hidráulica: 45 Euros.
Energía del carbón: 52 Euros.
Energía del petróleo: 50 Euros.
Energía del gas: 60 Euros.
Energía eólica: 84 Euros.
Energía solar: 430 Euros.
Por último, veamos cual es la estructura, en porcentajes,
del consumo de fuentes de energía en España, según su
origen:
Carbón : 12%.
Petróleo : 50,3%.
Gas natural : 18%.
Nuclear : 11,1%.
Renovables : 8,3%.
Saldo exterior : 0,3%.
Total : 100,0%.
Lo primero que llama la atención es el peso tan importante
del petróleo, que curiosamente es el que mayores problemas
presenta y que ya hemos comentado. Así, dependencia del
exterior y efectos negativos sobre la balanza comercial,
volatilidad del precio, garantía del suministro y efectos
contaminantes muy graves sobre el medio ambiente y el cambio
climático.
También es significativa, la baja participación de las
energías renovables, teniendo en cuenta que incluye la
hidráulica, y los grandes esfuerzos inversores de las
empresas y de subvenciones del estado.
En cuanto al carbón, como fuente de energía, está en
retroceso, y el gas natural es difícil que pueda alcanzar
mayor porcentaje de participación, ya que su incremento
requiere grandes inversiones en infraestructuras para el
transporte del combustible.
Llegados a este punto la pregunta es:¿Cómo conseguir
disminuir el peso del petróleo en nuestra estructura de
consumo y disminuir así los problemas que esta fuente de
energía implica?
Y esta es la decisión más importante que tiene que tomar
nuestro Gobierno, en el ámbito de la energía, para
garantizar, como decíamos al principio, un suministro de
energía estable y barato a todos los ciudadanos y empresas
de nuestro país.
Sin embargo esta decisión, en mi opinión, está
predeterminada a favor de la energía nuclear. Es la más
barata y su producción es estable, sin dependencia de
factores climáticos y sin generar contaminación por CO2. Sus
riesgos, en cuanto a residuos y accidentes, están siendo
disminuidos drásticamente en base a grandes avances en
investigación sobre reciclaje y reutilización del
combustible.
La última decisión que habrá que tomar se refiere a donde
producirla. Solo tenemos dos opciones, construir en España
centrales nucleares o importar la energía nuclear de países
de nuestro entorno, generalmente Francia. Pero si esa
energía importada, va a ser de origen nuclear, mejor será
fabricarla en España, ya que supondrá grandes inversiones,
creación de puestos de trabajo cualificados y el precio de
la energía producida siempre será menor que si la compramos
a otros países.
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