Son las luces y las sombras de la
Dedocracia y del entender el sistema de partidos como una
especie de INEM que coloca a los amiguetes. Y la Dedocracia
tiene largas sombras, porque el dedo que concede los
privilegios, enchufa o apunta hacia personas inadecuadas
para los cargos, que ni tienen repajolera idea, ni saben por
donde les da el aire en el desempeño de sus funciones. Me
estoy refiriendo, lógicamente, al Ministerio de Sanidad y a
su desastrosa gestión de la gripe A, gestión conformada por
contradicciones y sandeces de diverso calado y enfrente una
oposición demasiado “enganchada” a sus agravios con las
escuchas telefónicas del carajo, como para sacar a la
palestra a un medico de atención primaria que nos indique
“con verdad” lo que nos espera y como paliarlo.
Porque esto es una especie de radiografía del absurdo total.
Primero, el Estado Intervencionista, prohíbe la venta del
antiviral Tamiflú en las farmacias, porque, como los Grandes
consideran que, este pueblo analfabeto y chusmón al que
pertenecemos, no tiene criterio, ni capacidad, para elegir,
comprar e ingerir un medicamento, son ELLOS, los que han de
decidir que debemos tomar y como lo debemos tomar. Es un
antiviral, que no un psicótropo, aunque, si los españoles
decidimos, porque nos sale de los huevos, ponernos ciegos a
valiums y trankimazines ¿Quiénes son Ellos para coartar
nuestras libertades?. Pues esos son, ELLOS, quienes
gobiernan nuestras vidas y patrimonios y determinan que
medicamento tenemos o no tenemos derecho a ingerir. Suele
pasar con los fascismos encubiertos por la incomodidad de
las urnas. El populacho decide una vez cada cuatro años
quienes son los llamados a recortarnos derechos y libertades
y, los llamados, una vez apoltronados, se dedican a mandar y
a disponer. Sin límites.
“Ahora retiramos de las boticas el Tamiflú y el que lo
quiera que lo compre por “el” interné” “Y no hay vacunas,
pero se lavan ustedes las manos y no recomendamos
mascarillas para los transportes públicos, no vaya a ser que
la gente las pida por la Seguridad Social y nos cueste los
dineros” “Y no hemos alertado sobre la utilización de las
cabinas telefónicas y su desinfección, vaya a ser que nos
obliguen a contratar a tipos con líquidos dale que te pego
con los auriculares y los manofonos ¡faltaría más!” ¿Qué
dicen? ¿Qué en otros países se instalan purificadores de
aire antibacterias y virus con ozono en lugares y
transportes públicos? ¡Cuantas moderneces! Además no tenemos
a ningún amiguete que fabrique esos inventos, así que quien
quiera purificar que se compre un abanico y se de viento.
Además las reservas del Tamiflú están celosamente escondidas
en algún lugar de la provincia de Burgos, protegidas y
custodiadas ¡no se lo pierdan! ¡Por el Ejército!. ¿Han visto
cosa más extravagante? Pero puede que, la estrategia,
consista en que nos muramos, para aligerar las cifras de
parados, si no no se comprende que se vaya al dispensario de
la Seguridad Social pidiendo la vacuna de la neumonía y te
reciten una aburrida cantidad de trámites 1.-Pedir cita para
el medico de cabecera. 2.- Que el medico de cabecera decida
mandarte al neumólogo. 3.- Cita con el neumólogo. 3.- Que el
neumólogo “considere” si tienes o no tienes derecho a
vacunarte contra el principal peligro de la gripe, que es la
neumonía.
Es decir, que mi hija de quince años puede abortar
libremente, pero yo con cincuenta y cuatro no soy
considerada, por los Grandes, capaz de tener criterio sobre
un derecho tan elemental como es el de vacunarme. Y menos
aún empapuzarme de Tamiflú. Y si formo una expedición de
vecinas y nos alargamos a Burgos a asaltar el cuartel y
llevarnos las pastillas estaremos a pique de que un soldáo
nos pegue un tiro. ¿A que parece cosa de ciencia-ficción? De
ahí que, en el interné, rompa las listas la genuina “Canción
del Tamiflú” que suena así “Si los “Grandes” de España
supieran, la paliza que les vamos a dar, saldrían por la
calle cantando “¡Libertad, libertad, libertad!”. ¿Qué dicen?
¿Qué si en otras versiones de la exitosa canción no se
sustituye el “Grandes” por “jueces”?. Sí , esa también la he
leído yo …
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