Obvio es que se nota el cambio
climático con la llegada de negras nubes sobre el territorio
donde se “asienta” mi casa y produce frío por las noches. De
día seguimos en agosto.
Ayer, por el jueves, estuve trabajando en un proyecto al
que, por fin, han dado el visto bueno los señores banqueros
concediendo la hipoteca a los clientes.
Escribiendo de hipotecas es lo mismo que escribir de
prácticas filibusteras por quienes tienen el deber de
recaudar dinero para que sus directivos y/o jefes cobren
suculentos “jornales” que casi nunca bajan del millón de
euros (sea al mes o al año).
Siguiendo con las hipotecas, vemos que los que las han
pedido se quedan con bastantes palmos de narices al
constatar que el euroíbor es un engaño de primera mano.
Creerse las palabras de los banqueros ya es una tarea ardua
para la inteligencia de un trabajador, más aún cuando se
cree que con la bajada inconmensurable del marcador
monetario de su hipoteca pagará menos.
Han topado, los pobres, con el tope de bajadas impuesto por
los banqueros en la concesión del crédito: sube el euroíbor
el porcentaje tope es del 15% y alrededores; baja el
euroíbor, el tope de bajada está regulado para que siempre
beneficie al banco en un alto grado de usura. De nada sirve
quejarse si tienen en sus contratos firmados la cláusula que
confirma este acto usurero sin entender ni papa lo que
describe el contrato de marras. No es para menos.
Los mileuristas quieren adquirir un piso, un chalet, una
casita de campo…, no pueden, los mileuristas, porque
devolver una hipoteca resulta ahora más difícil que te toque
la quiniela.
Si osan adquirir el piso, el chalet, la casita de campo… si
es que los todopoderosos dueños del dinero se lo conceden,
se condenan de por vida. Tomaran sopa de ajo, ni siquiera de
eso, todos los días. A pan y agua, ¡¡vamos!!
¿A dónde irá a parar un país donde el Estado del Bienestar
está dejando entrar al Estado del Malestar?
Todo se traduce en un acto cruel de presión. Un acto que
recuerda la represión de principios de nuestra triste y
cruel guerra nunca olvidada. Una presión de los poderes
fácticos para que el territorio nacional siga siendo
propiedad de unos cuantos en perjuicio de unos muchos.
Tan seguro se muestra el presidente del PP, Mariano Rajoy,
de que cuenta con el respaldo de esos poderes fácticos.
Esa seguridad le permite actuar de manera tan miserable y
desleal con las instituciones democráticas y contra el
propio país al no aportar soluciones como es su deber y
machacar las del Gobierno. Para botón de muestra: siempre se
le ve cogido de la manita del presidente de la CEOE. Los
trabajadores a callar con sus callos.
Soluciones no aportará mientras siga creyéndose que la
oposición está para atacar cruel y polémicamente, como
tampoco aportará pruebas de que son espiados. Mucha
fanfarronería se descubre en esa postura de creerse un dios
irrepetible, en intentos de oscurecer aún más la sombra de
su aún jefe, Aznar.
Crisis para los trabajadores porque para los futbolistas…
¿quién dice que hay crisis? Sobre todo los madridistas,
capaces de desembolsar cientos de millones de euros.
Mientras se siga concediendo el Premio Príncipe de Asturias
a gente foránea… no pasa ná.
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