Las primeras constituyeron el
meollo central del Día de Ceuta, el flamenco fue el cierre
de la fiesta autonómica.
En el capítulo reivindicativo, tanto el presidente de la
Ciudad, como el presidente de Murcia trataron de exigir al
Estado una España cohesionada e igualitaria, algo que en
estos momentos parece una utopía, en las dos apreciaciones y
que, mucho me temo que, serán estas dos voces unas más de
las que vienen clamando en el desierto.
Y es que desde la perspectiva que presenta el presidente de
Murcia, en su exigencia al Gobierno Central de “firmeza”, no
creemos que el Ejecutivo esté por la labor, como no lo viene
estando, desde hace muchos meses.
El desarrollo del país, pidió Luis Ramón Valcárcel, debe ser
“ de todos y para todos, sin distinción alguna”, algo que se
viene demostrando que no ha llegado aún, para Ceuta o
Murcia, por ejemplo, posiblemente, porque en ambas
comunidades no hay unos grupos nacionalistas, desmarcados
del centralismo, que son los que barren con más fuerza para
sus tierras, cuando el partido en el Gobierno no goza de la
mayoría absoluta.
Al mismo tiempo, desde Murcia se ve al presidente de Ceuta y
al pueblo ceutí como un modelo a seguir, por esa apuesta
para avanzar “ sin diferencias”.
Estas palabras, en un discurso festivo, son muy apropiadas,
pero cuando llega el día a día, con la problemática que
encierra Ceuta, ese avance sin diferencias, acarrea más
problemas de los que pueden ver unos visitantes, incluso
ilustres y que saben, perfectamente, el terreno que pisan.
Ceuta, no lo olvidemos, es la gran desconocida por casi
todos y ni con las buenas intenciones de visitantes como el
presidente de Murcia, ni con los aviesos enjuiciamientos con
que, a veces, se la trata, se llega a calar en lo que es
esta ciudad con sus 18 kilómetros cuadrados. Todo eso es
quedarse a medio camino.
La respuesta de Juan Vivas no se desvió nada de la línea
seguida por Ramón Luis Valcárcel y expresó, sin dudarlo, la
existencia de un deseo común con Murcia, para buscar y
tratar de encontrar una España unida y plural.
Palabras atinadas, muy a tono con el día que era, pero que
se volverán a pronunciar en términos muy similares el
próximo año.
Y un año más, esto viene siendo habitual, cada año, Juan
Vivas aprovechó el Día de Ceuta para abrir el año político
local “renovando y actualizando retos, compromisos y
demandas”. Y es que la fiesta más política de Ceuta parece
estar puesta a tono con el comienzo del curso escolar, de la
temporada futbolística y con las nuevas perspectivas para la
ciudad y sus habitantes.
El final de fiesta no podía ser de más calidad, con una
unión, también, en el arte a cargo de los Piñana, Carlos y
sus hermanos que demostraron en Ceuta que poseen un arte
sentido y muy estudiado.
Estos murcianos dicen conformarse con que el público sienta
el flamenco lírico que ellos interpretan, como lo sintió el
público que estuvo en el Parador de Turismo, Hotel La
Muralla, en el final de la fiesta.
Guitarra, cante, baile y percusión marcaron el compás en el
día de la Ciudad Autónoma de Ceuta. El flamenco que trató de
unir un poco más a Ceuta con Murcia. Aquí se ha preferido la
unión a la ruptura. En esto, por supuesto, somos diferentes.
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