Fue el 21 de mayo pasado cuando al
Hotel Tryp llegaron los Ases del diario ‘As’, conducidos por
Francisco Antonio González, para contarles a los
aficionados las cuatro historietas que suelen contar y de
paso darse pote de periodistas especialistas en fútbol. Y,
desde luego, con un fin primordial: llevarse calentito un
sobresueldo que, generosamente, la Ciudad les ofreció con el
único fin de que Tomás Guasch, gracioso a tiempo
completo, escribiera cuatro cosas añejas, relacionadas con
el deporte de esta tierra.
Mas no voy a escribir de aquella visita primaveral, máxime
cuando han transcurrido ya varios meses, pero sí recordar
que fue ese día cuando Pacoantonio, hipocorístico con el que
solemos dirigirnos al diputado González, y yo volvimos a
recuperar unas relaciones que estaban rotas desde hacía
muchos años.
Ese 21 de mayo, precisamente, Pacoantonio se acercó a mí de
modo que en un santiamén nos pusimos a charlar. Sin pedirnos
explicaciones por lo pasado y sintiéndonos reconfortados por
volver a pegar la hebra como si tal cosa. Tan a gusto
estábamos hablando de todo, que vinieron a buscarle varias
veces, como cicerone que era de la expedición de los Ases,
que se resistía a marcharse.
Pero antes de hacerlo, pude enterarme de que no andaba bien
de salud. Que el estómago le estaba jugando una mala pasada.
Que los médicos en Madrid no le habían diagnosticado
exactamente lo que tenía. Y que iba a ponerse en las manos
de los médicos locales.
A partir de ese momento, vi a Pacoantonio varias veces y sus
preocupaciones iban en aumento, aunque trataba de
disimularlas abriendo el capote de la alegría para llevarse
al miedo toreado hasta los medios de la conversación. Con la
única intención de no estropearnos el día a quienes
conversábamos con él.
En agosto, cuando menos lo esperaba, Antonio Gómez,
director de este medio, me puso al tanto de que Francisco
Antonio González había sido operado urgentemente en el
Hospital de la Cruz Roja. Y no paré ya hasta ponerme en
contacto con él. Lo cual logré en el menor tiempo posible.
Me enteró de su situación y quedó el diputado en llamarme
antes de marcharse fuera, cuando los médicos se lo
autorizaran, para recuperarse. Y así lo hizo. Y hasta sacó
fuerzas de flaqueza para acudir al Hotel Tryp y dejarse
entrevistar por mí. Todo tan improvisado como deprisa y
corriendo. Entrevista que podrán leer ustedes mañana en la
revista ‘Ceuta Siglo XXI’. Con que sobran cualesquiera
comentarios acerca de lo ocurrido. Salvo el destacar, eso
sí, la enorme entereza con que el diputado está afrontando
su paso por el quirófano.
Ahora bien, lo lamentable es lo que viene a continuación.
Mientras Francisco Antonio González está tratando de mejorar
su condición física para soportar con estoicidad el
siguiente paso conducente hacia su definitiva recuperación,
los hay que andan ya haciendo su ‘trabajo’ a fin de ocupar
el puesto de Pacoantonio cual parlamentario en las próximas
elecciones.
Y lo hacen de manera tan burda y a su vez equivocada, que
van dejando huellas a cada paso. Huellas negativas, sin
duda. Sin caer en la cuenta de que tal proceder no pasa
inadvertido. Porque desprenden un tufo que apesta a
oportunistas incapaces de esperar que las cosas sucedan por
los cauces previstos.
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