Dias de estropicios.
Dias de retrasos y cabreos de primera mano.
Por una vez que decido coger el tren de cercanías para
acercarme a Barcelona, va y se estropea.
Ni que fuera una película de José Luís López Vázquez.
Una simple avería del tren ha ocasionado cuatro horas de
caos ferroviario en cadena y con ello me ha impedido cumplir
uno de los objetivos anotados en mi agenda, la de
entrevistar a una personalidad catalana importante.
Bueno, eso ya entra de lleno en el concepto de los
sempiternos problemas de la RENFE que no da tregua ni
después de las vacaciones de la mayoría del personal.
Mientras en este país los desarreglos políticos hace subir
la temperatura de las declaraciones más allá de lo
recomendable, en el resto de países siguen existiendo los
mismos o más problemas que en el nuestro aunque no lo
queramos ver.
Por un lado están las alucinantes elecciones de Afganistán
por las que velan nuestros soldados y por las que muchos
votantes ven como les amputan la nariz y las orejas
delatados por su dedo azul. Por otro lado los desastres
ecológicos van aumentando a medida de que pasan los días,
comenzando con el incendio de la tierra de las estrellas
(California) y las inundaciones de la tierra de los panes de
arroz.
Parece que nuestro país aglutina títulos de películas y de
series televisivas en cuantos acontecimientos y avatares
suceden cotidianamente a juzgar por lo que se avecina (no
hablo de la serie de TV) y de seguro que vamos a sufrir
serias dificultades para las que no tenemos preparación
alguna si no las adivinamos antes.
Entramos de lleno en la dinámica de ciencia ficción y
novelas tipo serie B con un verano lleno de enormes
contradicciones flagrantes.
La película de los madrileños con sus intenciones de
organizar las olimpíadas de 2016 ha quedado en una especie
de punto muerto al recibir un jarrón, no jarro, de agua fría
con el informe de evaluación del COI, no vinculante desde
luego, para su posible elección en las jornadas del 2 de
octubre. Tokío y Río de Janeiro les toman la delantera en
esta fase. Lo siento de veras.
Hay que felicitar a Gallardón, el alcalde pepero de la
capital. Tiene más moral que el Alcoyano. Mientras unos ven
el vaso medio vacío él lo ve medio lleno.
La otra película, la de los partidos volcados en el
territorio nacional en una guerra con declaraciones
durísimas, queda contrastada con el oasis del País Vasco en
el que las mismas formaciones bailan agarraos con lo que el
desconcierto es aún mayor.
Otro título de película, que dejo a los lectores, es el
referido a un maltratador que ha conseguido la custodia de
su hijita. El tío tiene una condena de año y medio por
maltratar a su esposa y ésta ha perdido la custodia por no
cumplir el régimen de visitas establecidos para el padre de
la niña.
La película “La guerra de Ryan” tiene su continuación en las
trolas que se inventan sobre Afganistán. Ahora resulta que
nuestros soldados no reciben tiros directos… son heridos por
rebotes de proyectiles disparados por los llamados
insurgentes. ¿Serán tan torpes, los insurgentes, como nos
quieren hacer creer. O son muy listos? Aprenden del
baloncesto.
La película “Los ladrones van a la oficina” ya tiene un
remake. Son esos sinvergüenzas que mandan e-mails como si
fuera Hacienda y piden datos bancarios. ¡¡Ojo!! Os
desplumarían en unos segundos.
Mientras Rajoy descarta las escuchas como eje del debate, su
secretara para todo De Cospedal las alimenta apuntando a
Rubalcaba… ¡que falta de originalidad!, que esta señora tome
ejemplo de la presidenta de la Comunidad de Madrid que
rectificó lo que dijo en una demostración de digo Diego.
Bueno, mientras den el Príncipe de Asturias a gente foránea…
no pasa ná.
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