Regreso a casa de un fin de semana
entre playa y montaña. La larga caravana de coches con
destino a Barcelona no ha supuesto un problema, sobre todo
porque mi meta no es Barcelona.
Llego con fuerzas y ganas de comenzar a trabajar y lo
primero que hago es mirar la prensa.
¿Qué pasa en nuestro mundo?
Chicas desaparecidas, algunas encontradas muertas y otras
con niños bajo el brazo.
Mujeres asesinadas impunemente por sus compañeros en un
alarde de espiral violenta del machismo. Y encima no son, la
mayoría, del país.
Jóvenes sudamericanos que mueren a tiros a las salidas de
las discotecas.
Ciudades convertidas en auténticos mataderos humanos, desde
México hasta Afganistán pasando por los USA.
Políticos llevados al altar de esa señora cegata forzosa y
con balanza.
Cuñados que financian campañas políticas en negro.
Revisión de cosas y hechos pasados que levantan
espectaculares revuelos (Memoria Histórica, revisión de la
la II Guerra Mundial, etc.) con equiparaciones que hoy en
día no vienen al caso.
Políticas que pierden su virtud esencial de estar al
servicio del ciudadano para convertirlo en sirviente de los
políticos.
Políticos que se tiran la pelota al tejado de los otros y
viceversa.
Crisis económicas artificialmente creadas que producen
miedos y estos hacen que se auto alimenten.
Maestros que pasan las horas pensando en las musarañas con
lo que los alumnos se ponen un escalón por encima de ellos.
Oposición, aquí, que se aleja cada vez más creando una
imagen en la que se refleja que todo lo que hacen los
socialistas es nefasto con el único objetivo de asumir el
poder por las malas y de paso crear una espesa cortina de
humo.
Como estamos viendo en el mundo de la política
internacional, los conservadores viven en estos momentos un
bajón de cuidado. Como ejemplo Japón, con cambio radical de
los votantes; la derrota de la Merkel en Turingia y el Sarre…
Se ve que Mariano Rajoy está cabreadísimo con su incordial
amigo-enemigo José Luis Rodríguez Zapatero por decidirse a
aumentar los impuestos, aunque sea temporalmente, a los que
cobran más. Lo encuentro perfecto. Lógico es que los que
cobren más paguen más.
Encima tienen mayores beneficios con sus chanchullos
económicos que ocultan al fisco.
Lógico es que tengan que pagar más cuando se autocalifican
como clase alta y acuden invitados a mogollón de actos,
vedados por otra parte a los mileuristas para abajo, que
encima pagamos todos.
Sigue arraigado en este país el fenómeno de las castas,
aunque no tanto como en la India, y cualquier intento en
contra ya levantan polvaredas tremendas.
¿Qué está pasando?
Obvio es que siempre ha pasado estas cosas. Son repetitivas
en ciclos temporales, pero ahora se nota un cambio tan
radical que debe ponerse coto.
¿Cómo explican el incremento de armas en el mundo del
crimen? Lógicamente me refiero a nuestro país, donde ahora
niños de catorce o menos años ya disponen de armas propias.
Menos mal que tengo dos tierras que amo profundamente. Una
con mares refrescantes que bañan calas imposibles y con
montañas formidables que esconden ríos y estanques
maravillosos, saltos de agua que embelesan eternamente y
puestas de sol que dan paz y sosiego para la noche. La otra
tierra, lejana y en otro continente, me llena de jolgorio
dentro de mis recuerdos. También con mares que la bañan en
sus tres cuartas partes, con calas a pie de acantilados que
con el tiempo irán embelleciéndose si las autoridades
competentes se preocupan, al menos un poco, por la
biodiversidad mejorada.
Esto hace que me tranquilice un poco aunque me duele
profundamente lo que está pasando.
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