Siéntese aquí, que le invito a un
café. Y deje de darle vueltas a la cabeza, que va usted muy
pensativo.
Es verdad, voy pensando en la “Suprema…”.
No me diga qué otra vez está en el asunto del espectáculo.
Hombre, la verdad, “Las Supremas de Mostoles, cantan bien,
pero ya tienen sus añitos.
Precisamente, no voy pensando en esas “supremas”. Voy
pensando el al “suprema inteligencia” de este pueblo
nuestro. En el más inteligentes de los seres nacidos en esta
tierra, desde que por referéndum de sus habitantes pasó a
formar parte de España.
O sea que se está usted refiriendo “al lumbreras”.
Exactamente, a la mayor inteligencia política, jamás nacida
en país alguno. Y por muchas vueltas que le doy a al cabeza,
no lo entiendo.
¿Qué es lo qué no entiende, a ver si le puedo ayudar?.
No entiendo la postura, de esta tierra mía, en su
comportamiento con la más grande de las “lumbreras”,
“supremas inteligencias” y “políticos de talla sin igual”,
que le nieguen, una y otra vez, el pan y la sal, con los
méritos que atesora este genial y sin par personaje
político. Pienso que habría que darle un homenaje y, sobre
todo, un puesto en la Asamblea para que, desde ella, pueda
impartir sus grandes conocimientos. Además, por supuesto, de
reconocerle sus grandes méritos, desde que estuvo al frente
de la concejalía de Economía y Hacienda. Pero, tengo la
completa seguridad, que no se hará porque, en esta tierra,
no sabemos valorar su gran capacidad intelectual.
Oiga, perdone, ¿tantos fueron sus éxitos al frente de esa
concejalía?.
Nos faltaría horas para poder enumerarlos. Por ponerle
algunos de sus más destacados éxitos al frente de la misma,
bastaría recordar a “Ciudad Limpia” o ”Las playas
artificiales” donde debido a su gran gestión, el pueblo tuvo
que pagar cientos de millones de las antiguas pesetas, con
la de obras sociales que se podían haber hecho con esos
cientos de millones. ¿De qué ha servido todo ese dinero que
se debería haber utilizado con otros fines de mayor
rentabilidad social?. Al haberse pagado, todos esos cientos
de millones de la antiguas pesetas, con los impuestos de
todos los ciudadanos. Lo lógico sería, al menos, exigir
responsabilidades a su causante.
Así que, en aquellos momentos, a los ciudadanos sólo les
quedó pagar y callar ante tanto prodigio salido de la mente
de la más grande de las inteligencias nacida en este pueblo.
No es por nada, perdone que le interrumpa, cómo hemos podido
desaprovechar a tan “suprema inteligencia política”, cuyas
actuaciones se cuentan por éxitos. Así nos va. Otro gallo
nos cantaría, si esta inteligencia política superdotada
estuviese al frente del gobiernote la Ciudad.
Y que conste, amigo, que sólo le he contado una parte de sus
grandes éxitos. Otro día le cuento los de los “parking”,
Continente y…
¡Que gran político nos estamos perdiendo!. Yo, oiga, le
“boto”.
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