A mediodía Helios suele mostrarse
de manera chulesca. Suele soltar sus rayos con tremenda
fuerza y…, bueno, no paso de aquí. Ya sabemos que a mediodía
el sol está perpendicular a cualquier superficie terrestre
en que nos encontremos. A esa hora siempre me encuentro
cubierto por la sombra o por el agua. Precavido que es uno.
Y estando bajo la sombra de un gran manzano –no crean que
escribiré sobre la teoría de Darwin- al lado mismo de una
piscina sobre cuya líquida superficie rebota repetidamente
los lanzazos del dios solar, me dispongo a repasar en mi
portátil las noticias, los blogs y el e-mail.
Por simple curiosidad me adentro en una página bloguera,
aunque en realidad he tenido referencias previas, que trata
sobre una Casa de Ceuta.
No es que la noticia en sí tenga algo que me llame la
atención. Ya estoy acostumbrado a los bolos y bolas entre
Casas –principalmente entre los dirigentes- como para que me
despierte la libido (según interpretación de Freud) de
escribir amorosamente o rencorosamente, todo hay que
decirlo.
Lo que me llama la atención son los comentarios que se hacen
en referencia al artículo.
Comentarios banales y también algunos insultantes, de todos
los gustos amargos que puede uno encontrar. Ni uno hace
referencia al espíritu real del artículo bajo el que
comentan.
Sólo puedo decir, sin ánimo de ofender a nadie, que uno de
los comentaristas tiene razón. Las Casas de Ceuta en
cualquier lugar mantienen vivo el espíritu dominante,
tenebroso y truculento de tiempos pasados.
Mucho boato con intenciones de dar esplendor a cualquiera de
los actos religiosos que suelen organizar pero que hacen
huir a los jóvenes de manera tan rotunda que sobra esa frase
de “¡pies para qué os quiero!”
Lo escribo de verdad, con el corazón en la mano. Sin tapujos
ni hipocresía.
Entrar en una de esas asociaciones conlleva que la
naftalina, la mirra y el incienso invadan mis fosas nasales.
Entré en una de ellas. Venía cargado de ilusión y de
proyectos. Venía con ganas de trabajar y colaborar además en
lo que se terciara… ¿qué? Me encontré con una calabaza del
tamaño de una plaza de toros a un palmo de las narices…,
salvo en el aspecto literario.
No estoy resentido contra nada ni contra nadie. Aunque lo
parezca. Quienes se atrevieron a insultarme, a
menospreciarme… ni siquiera merecen que les diga ni mú. Tan
asnalfabetos (no es un error la s intercalada) en el aspecto
socio-democrático son, que solo merecen verlos como fotos de
difuntos desgraciados de un régimen tan fenecido como sus
ideas y palabras.
No voy a ahondar en el tema. No quiero ofender a nadie como
escribo más arriba. Solo quiero decir que entré en el lugar
equivocado y el día menos señalado.
Solamente afirmo que las Casas, aparte de la labor de
promoción de la ciudad de Ceuta, parecen más un apéndice de
cada hogar de sus socios. Un trozo de sacristía donde el
poder de la religión católica está muy por encima de los
demás supuestos poderes. Que ahora quieran disfrazarlo es su
problema, no mío.
Lo malo de todo, lo verdaderamente repugnante está en esas
personas que defienden sus ideas con insultos y con
imposiciones como la de tratar de expulsar al otro en
intentos de hundirlo socialmente, como solían y suelen hacer
los fascistas. Ha ocurrido y ocurrirá mientras viva esa
clase de gente que se creen lo más cuando son menos que unos
mierdecillas, con perdón, que más hacen por hundir la
credibilidad de las Casas que ningún otro.
No salgo en defensa de nadie, en absoluto. El que tiene fe
en sí mismo muy bien es capaz de defenderse. Sólo hago este
salto porque soy así. No me callo lo que siento.
El comentarista de ese blog tiene razón. No basta con que
tengamos una religión de iglesia dominante y tirana sino que
necesitan ser sucursales poco menos. ¿Para qué? ¿Los dioses
de cualquier religión conceden subvenciones? A menos que
consideren a Juan Vivas como un dios menor, ¿qué pintan los
actos religiosos en una asociación laica?
Menos comprendo aún que teniendo iglesias al lado mismo lo
hagan dentro de sus locales.
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