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OPINIÓN - VIERNES, 28 DE AGOSTO DE 2009

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Tengo que reconocer que soy un amante de todos los deportes aunque, últimamente, el que más práctico sea el sillón bol. Sin embargo hay deportes que he practicado y es el que más me gusta, el deporte rey. Pero al mismo tiempo, a pesar de ser deportista, reconozco que algunos de los deportes no término de entenderlos aunque los respetos, como pueden ser, ese que juegan, los americanos con un palo con el que le dan un golpe a una pelota y salir corriendo hasta llegar a una almohadilla o aquel otro que se juega con una especie de melón, llamado rugby, que no término de entenderlo, porque nunca me he preocupado en hacerlo.

Bueno los que ya no tengo ni idea y, además, no se para lo qué valen, son el esquiar y el montañismo. Para esquiar se pega usted una hora en la cola, pasado ese tiempo le suben y se lanza usted cuesta bajo, tardando tres minutos en realizar el descenso y, de nuevo, otra vez, a esperar una hora en la cola, para volver a realizar la misma operación. Y ni te cuento, serrana del alma, lo de subir a lo alto de una montaña, jugándote la vida, para cuando llegas arriba, volver a iniciar el descenso.

Que conste, mi máximo respeto a los que gustan y practican todos esos deportes que me cuesta trabajo entender. A igual que, a muchos de ellos, de esos que gustan practican esos deportes, verán aburrido el fútbol.

Otros de los deportes que me han apasionado es el boxeo, el noble deporte de las doce cueras. Cuando estaba en Madrid, no me perdía un sola velada, disfrutando lo mío viendo a boxeadores de la categoría de Fred Galiana, José Legra o mí apreciado Pedro Carrasco.

A veces he pensado que la vida, no es más que un combate de boxeo, donde cada uno de nosotros, mantiene una lucha constante para logra un mejor nivel de vida para los suyos.

Y en ese combate, que todos mantenemos con la vida, no podemos dar respiro a nuestro contrario, la vida misma, porque darle un respiro es darle la posibilidad de que nos mande a la lona por la cuenta de diez, con lo que habremos perdido el combate y lo que, esa perdida, conlleva.

En la política, como en la vida, también se da esa clase de combate, donde no se le puede dar un respiro al enemigo, pues ese segundo aire que le damos, nos puede llevar a la perdida del combate.

El combate entre los dos grandes partidos hace tiempo que se inició. Y como en todo combate, el peso del mismo lo tiene que llevar el aspirante al título. Y en ese inició, el aspirante no se ha ido, decididamente, hacia su contrario lanzado le par de “derechazos”, mientas le dice: “voy a acabar contigo”. Se ha limitado a decirle: “igual te pego, igual no te pego”, amagando sin dar, girando alrededor del campeón, que se ha limitado a mirar a su contrario, esperando con toda tranquilidad el ataque.

En boxeo estas cosas, como en la política, no caben. O se lanza uno a por su contrario con toda su artillería, intentando tirarle a la lona por la cuenta de diez, o no se sube al ring a amagar porque, entonces el público le silbará por falta de combatividad.
 

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