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OPINIÓN - JUEVES, 27 DE AGOSTO DE 2009

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Jo, ¡¡qué vacaciones!!
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Hola, queridos e hipotéticos lectores. Ya estoy aquí, como diría Tarradellas “Ja soc aquí!!” cuando regresó definitivamente del exilio. Pero yo no llego a tanto. Soy más humilde.

No voy a hacer preguntas retóricas a los lectores de cómo han pasado las vacaciones o que tal se encuentran porque de seguro, al ser retóricas, no me responderán, ¿verdad?

Bueno, lo que tengo que escribir escrito está: lo he pasado bastante bien durante mis largas vacaciones.

Si he decidido acortarlas un poco es porque he regresado precipitadamente a mi casa. Solo por eso. No vayan a pensar en otra cosa.

He pasado unas vacaciones de total ocio. Durmiendo con un botijo al alcance de la mano. Bañándome en la piscina, la mayoría de los días, y en el mar. No se puede uno quitar el estrés en la playa.

Estos días en que he desenchufado las células grises por completo; en que mis dedos han ganado en belleza -es un decir- de tan martirizados como estaban de darle al teclado que ya iban pareciendo dedos de pianista; en que mis ojos no ganaron dioptrías de tanto mirar las pantallas TDF del PC; en que mi espíritu ha alcanzado uno puntos álgidos de bienestar que no los conseguiría con el carné de conducir… me han ido de rechupete.

Pero.. ¡oh, dioses del Olimpo!, nada más llegar a la puerta de mi casa, una serie de noticias en conserva (estaban en una caja de zapatos los recortes de prensa que un buen amigo mío ha ido recolectando) me han dado de nuevo esa conocida descarga eléctrica en las células.

Noticias que tiene la forma de serpiente de verano. Noticias que sólo pueden darse en el país de la tortilla de patatas, con o sin cebolla, y que me hacen reír como si estuviera viendo a Andreu.

¿Qué quién es Andreu?, ¡hombre!, si es archiconocido por todos los que siguen su show. Este hombre, desde Barcelona, tiene un humor tan fino, tan fino que no lo parece. Me refiero a Andreu Buenafuente, que en parte me recuerda a otro amigo, buen amigo, que tiene la misma manía de hablar por el micrófono, aunque sea destacando músicos y música ceutíes, por lo menos.

Hace tiempo que no se nada de éste amigo, que por lo demás se parece a Andreu en lo físico y por si fuera poco tiene parte del apellido. Espero que cuando lea estas líneas se ponga en contacto conmigo. Paso buenos ratos con él, con mi amigo, no con Andreu. Con éste último los paso igualmente de bien pero arrellanado en mi sillón favorito, con un vaso de Martini con gin y unos cubitos de hielo, agitado no mezclado.

Lo que comenté más arriba acerca de que uno no se puede quitar el estrés en la playa tiene fácil y sencilla explicación: la gente ha decidido pasar las vacaciones en ella. Ni un palmo de arena libre. Ni un decímetro de agua salada sin remover y no por la marea.

¡Cuanta gente!, ¡cuántas meadas!

No me extraña en absoluto que unos pobres inmigrantes hayan muerto, durante su incierto bogar en miserables pateras, bebiendo agua del mar en intentos desesperados de cortar la sed. Cortaron otra cosa. Cortaron su vida. Ignoraban, los pobres, que el agua de nuestro “Mare Nostrum” está tan contaminada. Hasta el pis destaca sobremanera cuando se analiza.

En la piscina no pasa lo mismo. Aunque el cloro deja los ojos tremendamente clorados. Rojos y brillantes. Nadie tiene la osadía de echar una meada en la piscina. El tinte amarillento que va apareciendo alrededor del osado meón (o meona) lo delataría inmediatamente.

Bueno, entro de nuevo en la ventana que el periódico pone a mi disposición, ignoro si seguirá igual, con más fuerzas para escribir sobre quienes siempre escribo. Ahora más. Ahora me han dejado un camión enorme (TIR) con datos y confidencias que cubrirán, con mucho, los siguientes artículos sin el temor de que me tachen de espía a favor del Gobierno ni que me mezclen en esa poco original teoría de la persecución.

Hasta ahora, morenos y morenas.
 

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