Cánticos y mantras rememoraron ayer el nacimiento del Dios
Ganesh, cabeza de elefante, quien con su presencia bendijo
al pueblo ceutí con sabiduría, prosperidad y buena fortuna.
Frutos secos y velas veneraron la figura de la esfinge
llegada desde La India y que esta tarde regresará a las
profundidades marinas llevándose consigo los males y
obstáculos de la comunidad hindú a las aguas del Atlántico.
Los rezos continuarán durante la jornada, a los que
asistirán varias autoridades de la Ciudad para luego salir
en procesión hasta el Muelle de España donde la deidad será
trasladada hasta la orilla del monte Hacho.
Llegado desde La India, los hindúes celebraron el nacimiento
del Dios Ganesh, hijo de Shiva, destructor del mal, y la
diosa Parvati.
Esta festividad del Dios Ganesh, conocido también como
Vinayaka Chaturthi, estuvo marcada por los cánticos y
mantras (alabanzas y sacramentos en sánscrito) de los
hindúes para dar vida a la figura de la esfinge y “al
convertirse en una persona más entre nosotros, no hay que
abandonarla ni dejarla sola en ningún momento”, explicó una
asistente a la ceremonia. La misión por la que cobra vida
esta deidad es llevarse todos los males de la ciudad
autónoma y sus comunidades, bendiciendo a todos los
feligreses con su sabiduría, prosperidad y buena fortuna.
Aunque antes de que esta tarde regrese a las profundidades
marinas del Atlántico, los rituales hindis se encargarán de
pedir su regreso para el año próximo.
Según la promesas y devociones de cada hindú, el ‘Ganesh
Chaturthi’ se celebra con una continuidad de uno a cinco
años pero siempre manteniendo el mismo ritual. “Primero el
stapna, que significa colocar a la deidad en un lugar donde
no se va a mover. Luego se prepara el altar, en el que se
acompaña a la deidad de otras figuras del panteón hindú. Y
para finalizar, se colocan las ofrendas, como las frutas,
las velas, el incienso o los frutos secos”, puntuó una
participante.
Dos cánticos fueron los que hicieron renacer a la deidad:
Ganapati Stotra y Ganapati Atartavashish. Ganapati es un
dios destructor de problemas y remueve todos los obstáculos
eliminando los daños, por ello se recitan sus alabanzas para
destruir el dolor. Los nueve dátiles, que representaron a
los planetas, y sustancias como el arroz, el agua, las
flores, el aceite y la leche, fueron arrojados a la familia
Mirchandadi al ser los responsables del traslado de la
figura del elefante desde la ciudad de Pune, en el Estado de
Maharastra, en La India.
La presencia de la luz a través del ‘arti’ tampoco pasó
desapercibida ya que a través de este ritual todos los
hindúes veneraron a la esfinge con las velas acompañados de
cánticos. Los rezos acompañaron a Ganesh durante toda la
jornada aunque será esta tarde cuando regrese al descanso en
las aguas ceutíes siendo trasladado en procesión desde el
Paseo del Revellín hasta el Muelle de España donde embarcará
para peregrinar hasta el monte Hacho y aledaños de playa
Benítez, donde cerrará los ojos y descansará hasta su
próximo cumpleaños. Esta costumbre fue implantada en 1893
gracias a la labor realizada por el reformador social
Lokmania Tilak, indio nacionalista que luchó por la libertad
y convirtió este evento en un acto público para resaltar la
importancia cultural de esta deidad. Antes de ser
trasladado, la consejera de Cultura, Mabel Deu, así como el
presidente de la Ciudad, Juan Vivas, visitarán el templo
improvisado.
Calendario lunar
La festividad del Dios Ganesh suele tener lugar entre los
meses de agosto y septiembre ya que la comunidad hindú se
rige por el calendario lunar y dura entre los tres y los
once días dependiendo del lugar del mundo donde se celebre
siendo conocido este tiro en toda La India. El último día de
ofrecimiento a esta deidad suele denominarse ‘ananta
chaturdashi’ ya que los hindúes suelen aplicar un término
específico para cada fecha y este en concreto, es el previo
a la noche de luna llena.
Un Dios goloso
Elementos como el coco, el trébol rojo y el sándalo
resaltaron esta celebración donde la elaboración de dos
dulces típicos se tradujeron en ofrendas al supremo; el
modak, bolas de harina y arroz rellenas de trigo, coco y
frutos secos, y el karanji, similar al anterior pero con
silueta semicircular.
Y es que los dulces, en la religión hindú siempre adquieren
una gran importancia en el apetito de sus dioses. “Ganapati
es goloso y se le ofrecen los pasteles que siempre le
gustan”, apostilló una hindú.
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