Está visto y comprobado que esta
tierra nuestra, es una tierra de cachondos mentales. No se a
quién se le ha ocurrido el asunto, pero un chaval me ha
traído tres manzanas al horno con una nota que decía: “buen
provecho”.
Me estaba riendo del detalle, encendiendo el ordenador para
ponerme a escribir, cosa que me gusta hacer en soledad
escuchando música, cuando ha sonado el teléfono y una voz al
otro lado me ha preguntado ¿Le han gustado las manzanas?. Le
he respondido que de momento aún no las he probado, pero le
prometo que les daré un mordisquito.
Mi interlocutor, me dice algo que no escucho muy bien,
decido bajar el tono del CD donde cantan esa canción que
dice: ”eres como una espi…nita que se me clavado en el
corazón”. Tengo que reparar este CD, pues cada vez que llega
lo de “espinita” da un salto y suena “espi..nita”. Perdone
no le he escuchado, qué me decía. No, nada, que le siente
bien el mordisquito.
Entonces, no se por qué le grito ¡Viva la huerta murciana!.
Oiga, me responde desde el otro lado: La huerta murciana no
da precisamente manzanas. Lo se mi querido amigo, pero es
como si al acordarme de Juanito Navarro le hubiese dicho
¿qué son ridruejos?. Garbanzos sin pellejo. O sea, ha sido
una tontería. ¿Me escucha?. Nada, me ha colgado.
Me voy rápido al teléfono principal, para tratar de
localizar el número y, de esa forma, saber quién ha sido el
que me ha dado este regalo pues queda grabado. No hay forma,
es un teléfono oculto.
La cuestión principal está, en que al desconocer la
procedencia del remitente, no le puedo devolver el regalo y
no están las cosas, precisamente, para aceptar regalo alguno
que después pasa lo que pasa.
De todas formas, como no le puedo devolver su obsequio,
pienso que no estoy obrando mal pues no soy político y,
además, por el obsequio no puedo concederle contraprestación
alguna. Otra cosa sería si me hubiese pagados mis deudas.
Cosa algo improbable porque por deber, debo hasta de
callarme. Bueno, ese de callarme, es lo que quisieran
algunos.
En fin que los que les he contado, es tan verdad como la
vida misma, no es producto de mi imaginación. Así que desde
aquí y desde ya, quiero dar las gracias a mi anónimo
remitente de esas manzanas al horno. Y para seguir diciendo
verdad, tengo que decir y digo que, a una de ellas, le he
dado un mordisquito y está una jartá de buena.
Después del buen sabor que me ha dejado en la boca, con su
azúcar y su canela, el bocadito de esa manzana al horno,
comprendo la razón por la que sean muchos a los que les
guste como postre las manzanas en sus distintas variantes,
ya sean al natural, al horno o acarameladas.
Y que haya personas que incluso se enfaden si no les dejan
dar un mordisquito a una manzana. El libro del gusto está en
blanco, incluido el gusto por determinadas frutas. Y la
manzana desde el inicio de la Humanidad ha sido motivo de
discordia. ¿O no?
|