PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - VIERNES, 21 DE AGOSTO DE 2009

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Los padres, ¿responsables?
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Los padres deben preguntarse con quién y a qué hora están fuera de casa sus hijos. Es necesario acostumbrar a los padres a decir no. No, a que vean ciertos programas televisivos; a acudir a determinados lugares, antes de que llevemos las cosas a un punto de retorno, es decir, que actuamos cuando el niño es un peligro, no cuando está en peligro. La sociedad está en una dinámica donde se destacan valores dudosos. No es normal que chicos de 12 y 13 años, compartan pandillas con otros de 20.

Los recientes hechos ocurridos en Motril, Baena e Isla Cristina, sobre violaciones de menores, chicos y chicas, a plena luz del día, por jóvenes también menores y con adultos, han creado la consiguiente alarma y el estupor, han vuelto a suscitar un intenso debate sobre la condición de “no imputable” de los menores de 14 años en el ordenamiento jurídico español, la idoneidad de la Ley del Menor y los fallos en la educación, en un sistema que parece quedar desnudo y a contraluz cuando ocurren ellos, que obligan a buscar palabras que expliquen tal espanto.

Para algunos psicólogos, en el caso de las agresiones sexuales entre menores, funcionan mecanismos similares a los del acoso escolar. Son muestras de violencia, control y domino sobre otro individuo más frágil. A veces, la víctima es una niña; en otras, es la agresora. Siempre se trata de relaciones de poder en los que el principal factor de riesgo es la vulnerabilidad. Este tipo de manifestaciones de domino y abuso sexual ha existido siempre, no es nuevo… Ya no se oculta o no se mira hacia otro lado como antes… Es difícil pensar que se trata de una tendencia.

Para el Director General del Instituto de la Juventud “Las nociones de autoridad están mas relajadas, lo que ha generado numerosas disfunciones. Pero eso no implica que esta sociedad sea peor ni mejor que las anteriores. Mientras los niños y adolescentes adelantan artificialmente comportamientos propios de los adultos, los jóvenes alargan cada vez más la transición a las decisiones de la vida adulta” (¿)

Por otra parte, determinados sociólogos opinan “que se ha debilitado el principio de autoridad ente los jóvenes, sencillamente, no lo encuentran”. La autoridad no se impone, se gana empleándola con coherencia. Hay que ver qué valores trasmiten los adultos para que los menores no vean esa autoridad.

Un cierto sector de la sociedad está a favor de endurecer la Ley del Menor; por otra parte se piensa que no es una solución: “Con encerrar a niños de 10 a 12 años, no solucionamos nada.” Es toda la sociedad la que está enana dinámica en la que se resaltan valores dudosos. Los patrones se copian. Estos jóvenes suelen tener antecedentes de malos tratos, o los han visto en sus casas.

Dado por hecho la inconveniencia de rebajar la edad penal para castigar y evitar este tipo de comportamiento, parece ser que el camino correcto sería, por un lado, investigar las causas de esta forma de delincuencia. A partir de ahí, actuar sobre las circunstancias que llevan a cometer delitos y evitarlos. Por consiguiente, castigando al que ha cometido un delito, no vamos a evitar que siga cometiéndolos, porque no estamos combatiendo sus causas.

Pero, ¿por qué se llega a esta crisis de valores? Según serios estudios, la crisis de valores que viven nuestros jóvenes tiene en las nuevas tecnologías un vehículo idóneo que, sorprendentemente, cuenta con el beneplácito de los progenitores.

En el caso de la utilización de los móviles, estos son “el amigo imaginario” favorito de los hijos. Un 10% de los menores los utilizan para grabar peleas que luego cuelgan en Internet, y el 32% los usan para molestar a terceros. Y preocupa un estudio elaborado por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid: la grabación de escenas violentas con el móvil aumenta diez veces la probabilidad de que un profesor sea objeto de las mismas.

Internet, en general, y las redes sociales, suponen un canal paralelo para que los menores se comuniquen de espaldas a sus mayores de temas relacionados con la violencia, el sexo y las drogas, con el consiguiente peligro al que se ven expuestos, sin que se tomen precauciones.

Por otro lado, los contenidos televisivos, que suponen una enorme influencia en los jóvenes. Según escrupulosos estudios realizados al efecto, “los contenidos de ficción de la televisión no es que generen más violencia o pérdidas de valores, pero sí alimentan la insensibilidad ante la crueldad”. Las series televisivas desprestigian la autoridad de los padres y menosprecian el esfuerzo y la disciplina, por lo que los medios deben reflexionar sobre ello.

Por todo lo que anteriormente hemos expuesto, no debemos extrañarnos con que de vez en cuando surjan hechos horribles protagonizados por menores. Vivimos en una sociedad en la que parece que todo vale y en la que unos padres se llevan las manos a la cabeza cuando se enteran de que su hijo de doce años ha violado a una menor. Unos padres que no son capaces de ver su gran responsabilidad en ese hecho.

Es hora de sentarse a hablar con nuestros hijos y dedicar algo de tiempo a su educación. Una educación en valores: el respeto, el esfuerzo, el afán de superación, la empatía, el cariño… son una gran inversión.

“Las atrocidades nos hacen enmudecer, y más cuando quienes las cometen pertenecen al segmento que las interpretaciones más amables de la condición humana suelen identificar con el país de la inocencia” (Gabriel Albiac, filósofo y escritor).
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto