La comunidad musulmana de Ceuta
celebrará, previsiblemente a partir de mañana, su mes
sagrado de Ramadán, uno de los cinco pilares más importantes
del Islam, al mismo tiempo que uno de sus más grandes
símbolos, un periodo en el que muchos de sus propósitos e
intenciones están dirigidos a dar gracias por Ala y al
auto-entrenamiento y la auto-disciplina para la vida
individual y colectiva de la humanidad. La Ciudad Autónoma
procederá a última hora de la tarde a la inauguración
oficial del alumbrado ornamental especial preparado para
estas fechas, una iniciativa con la que se pretende dar
realce y visibilidad en la calle a la festividad que inicia
una parte muy significativa de la población ceutí,
aproximadamente un 40% de los residentes. En una ciudad tan
plural, no sólo en términos religiosos, como Ceuta la
celebración de eventos de tanta relevancia debería servir no
sólo para que los miembros de las distintas comunidades se
feliciten mutuamente, sino también para que conozcan más a
fondo los principios fundamentales que guían su vida
religiosa. Aunque, como ha destacado recientemente el PSOE,
nuestra interculturalidad no parezca tener capacidad todavía
para ser un motor económico de desarrollo, no cabe duda de
que Ceuta sí puede ser un referente nacional e incluso
internacional a nivel social en el desarrollo y
profundización de ese conocimiento recíproco. En pocos
espacios como aquí se puede ser más conscientes de que la
pluralidad religiosa exige la necesidad de mejorar las
relaciones y el diálogo entre personas de diferentes
religiones. La mayor movilidad, los grandes movimientos de
refugiados y las migraciones económicas han hecho que más
personas de diferentes religiones tengan que convivir en la
sociedad en otras partes de España y del mundo, generando no
pocas tensiones que hasta ahora han sido evitadas con éxito
en Ceuta, camino por el que es necesario seguir avanzando
aprovechando ocasiones como la que ahora se presenta. Feliz
Ramadán, por tanto, para los musulmanes y para todos los
ceutíes.
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