Es una de las novedades que van a
entrar en funcionamiento y que, desde el primer momento,
puede significar el enfrentamiento entre diversos sectores,
no entre médicos y farmacéuticos, sino entre sectores que
consideran totalmente necesaria la intervención médica a la
hora de recetar un determinado medicamento, el que sea,
frente a otros para los que todo vale, sea por el camino que
sea.
Naturalmente, nuestro titular no va referido a todos y a
cualquier medicamento, sino a la píldora del día después,
que los boticarios podrán suministrar en las farmacias, pero
sin receta.
Desde el próximo mes de septiembre, este medicamento se
podrá adquirir en las farmacias sin que haya sido prescrito,
con su correspondiente receta, por un facultativo.
Estaba previsto que la venta libre de este medicamento se
hubiera hecho desde este mes de agosto. Ha habido, pues, un
retraso, debido a que las autoridades sanitarias están
adaptando la información en los envases y prospectos. Al
mismo tiempo, parece que, el Ministerio de Sanidad trabaja
con el Consejo General de Farmacia y varias sociedades
científicas para elaborar un protocolo dirigido a las
demandantes de la píldora.
Papeleo, que es lo que más gusta, con la información que se
transmitirá a las compradoras de la píldora en el momento de
la transacción, para asegurarse el mejor uso. Naturalmente
algo para la galería, o ni eso.
Con todo ¿Qué opinan de todo esto los farmacéuticos y los
médicos?. Creo que, salvo los que no tienen pudor, las
opiniones no van muy alejadas, entre unos y otros.
El lunes me ponía en contacto con un farmacéutico, doctor en
la materia y no dependiente de vender más o menos y me decía
que “no se puede hacer que los farmacéuticos dispensen
cualquier tipo de medicamento, sin prescripción médica”. Un
primer paso sensato, para añadir que “ en este caso en el
uso del medicamento, el beneficio de dispensarlo sin receta
puede ser grande, ya que evitará un gran número de abortos,
especialmente en jóvenes”, y seguía diciéndonos que “por
otro lado se necesitan medidas de control e información,
para que no se utilice la píldora del día después como
método anticonceptivo, porque no lo es, sino que es un
método de emergencia”. Y terminaba nuestra charla
diciéndome:” el riesgo que se corre es que haya falta de
control y abuso por parte de las pacientes”.
Claridad y neutralidad, sin pasar del terreno pura y
estrictamente científico, propio de un profesional con
sólidas bases.
Había que ver lo que pensaban los médicos y buscamos la
opinión de una médico, joven y con una formación profunda y
actualizada a nuestros días. Su punto de vista, conciencia
aparte, se resume en:” hay inconvenientes, porque las
contraindicaciones que pueda haber, ni paciente, ni tampoco
el farmacéutico tienen por qué conocerlas”, y seguía
diciéndonos que “ a veces podría suceder que no lo quisiera
recetar un médico, por problemas de conciencia, pero si uno
no lo receta, posiblemente, otro médico de al lado sí lo
recetaría”.
Un asunto interesante, como la mayor parte de los que
afectan a la salud y que desde los organismos que deben
velar por esa salud parecen haber cogido el camino del medio
y no, porque, precisamente, ahí esté la virtud, al menos en
esto.
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