No se cómo explicarlo, y mira que
creo que lo he dejado de una claridad meridiana en varias
ocasiones. Lo voy a decir una vez más y jamás volveré a
decirlo. Voy de libre por la vida, siempre respetando las
reglas del juego, escribiendo lo que me parece que debo
escribir, sin permitir a nada ni nadie me indique lo que
tengo o no tengo que hacer ni, por supuesto, permitir que se
ponga traba alguna a mi libertad.
Desde que abrí los ojos a este mundo tengo clarísimo cual es
el camino que debería escoger. Y ese camino era sólo uno, el
derecho más sagrado de cualquier ser humano, su libertad.
Viene esto a cuento de que algunos, no se los motivos qué
tendrán, se han enfadado por cuanto escribí sobre Carracao.
Yo escribo lo que me parece que debo escribir y me da la
gana, por que quiero y porque puedo, entre otras cosas
porque no le debo nada a ningún partido político, ni escribo
al dictado de nadie. En mi particular diccionario, ese que
tengo en la mesilla de noche no encuentro, por más que
busco, el “si bwana”.
Me da igual la derecha que la izquierda, porque no creo ni
en la política ni en los políticos, solamente creo en las
personas que, sean del bando que sean, pueden ser mejores o
peores, hacerlo mejor o peor desde encargo que ostenten. Y
es ahí, donde entro a juzgarlos según mi escaso saber y
entender.
Y a decir verdad, porque no se mentir, le tengo que
agradecer más a eso que denominan izquierda que a la
derecha. Cuando estuve grave por una infección en el
páncreas, el entonces delegado del Gobierno en Ceuta, Pedro
González Márquez, se puso inmediatamente a mi disposición e
incluso me ofrecido un helicóptero, para trasladarme a
Málaga y allí un avión hasta Navarra donde me estaban
esperando para tratarme de mi enfermedad.
Gracias a Dios no hizo falta, por una casi milagrosa, diría
yo, reacción a los medicamentos que me dejaron como nuevo,
en un corto espacio de tiempo. MI abuela decía que “no es de
bien nacido no ser agradecido”. Y aunque nacido en cuna
humilde fui bien nacido, siempre le estaré agradecido a
Pedro González Márquez, sin importarme lo más mínimo si era
de izquierdas o de derechas. En este caso, según los que
hacen las diferencias, de izquierdas.
Pero esa misma libertad que me lleva escribir lo que me
place, me permite decir que no estoy de acuerdo, en
absoluto, con la nueva Ley del Aborto que, para mi, permite
quitarle la vida a un ser humano pues un feto, lo diga quien
lo diga, con doce semanas es un ser vivo. Y sin duda alguna,
un ser humano. Pues los seres humanos nada más que pueden
engendrar otros seres humanos. El día que una lagartija
tenga mellizos rubio y con los ojos azules, igual será
cuestión de pensárselo.
De la misma manera que no comparto la teoría del ministro
Caamaño, de quitar por ley la objeción de conciencia, de
aquellos médicos que se nieguen a practicar el aborto. Eso
es ir contra la libertad del propio individuo. Además una
objeción de conciencia que está recogida en nuestra
Constitución. ¿Qué ha quedado de aquellos que cuando la mili
era obligatoria, luchaban y se manifestaban en defensa de la
objeción de conciencia?
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