José Luis García no puede más. Con 43 años ya puede decir
que ha buscado entre la basura para llevárse algo a la boca.
Cuando hace un mes la enfermedad de su madre hizo la
convivencia familiar insostenible, se vio obligado a dejar
su trabajo para solucionar la situación y arreglar los
papeles y la documentación para poder ingresarla en una
residencia de ancianos donde estuviera mejor atendida.
A José Luis le quedó una liquidación de 380 euros. Cuando
solucionó los papeles de su progenitora inició de nuevo la
búsqueda de trabajo. De todo esto hace un mes. Ni rastro de
jornal salvo uno de 300 euros por nueve horas y sin
contrato. “Soy un camarero profesional, con mi experiencia
probada ...pero no hay manera y ahora pienso que lo tendría
que haber cogido porque menos es nada”, explica mientras se
derrumba y comienza a llorar de manera inconsolable. Lo
rechazó porque si trabajara no podría tampoco buscar otro de
mejores condiciones.
“Hoy una señora me ha dado dos huevos y otra vecina un poco
de leche, nunca me había visto así y la gente es muy buena”,
explica. “Ayer mismo cenamos lo que sobró de una pollería
del barrio... no tenemos ni para comer... hemos ido a buscar
en los contenedores de basura... nunca pensé que acabaría
así... esto no me lo esperaba”, comenta.
Su madre cobra una pensión de 368 euros pero entre su
liquidación, pagar facturas atrasadas de los anteriores
inquilinos del piso que han alquilado ellos hace tres meses
antes de que se complicara la situación, y el propio
alquiler, este mes se han visto sin dinero. La renta es de
600 euros y están pendientes de un cobro para poder
ingresárselo al casero mientras buscan desesperados alguna
vivienda más asequible pero no la encuentran. “Llevamos un
retraso de 17 días y nos ha dicho que nos vayamos a la
calle. La gente me conoce, no tengo vicios ni de drogas ni
alcohol y siempre he procurado llevar al día mis cuentas
pero... ¿cómo nos van a echar a la calle? yo no paro de
buscar trabajo y casa y no voy a dejar de pagarle ... además
con mi madre enferma...”. José Luis recupera la calma pero
vuelve a angustiarse cuando mira a su mujer y recuerda que
está embarazada.
No le importa trabajar en lo que sea “pero de ahí a estar
sin contrato e ir para atrás aunque si no queda más remedio
con tal de dar de comer a mi familia haré lo que sea”. Hasta
seguir rebuscando en cubos de basura para conseguir pan,
aunque sea duro.
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