Es lo que suele darse con
demasiada frecuencia entre aquellos desheredados que, de una
forma o de otra, tratan de salvar su situación de miseria,
en busca de “ el dorado” que, en escasas ocasiones, logran
alcanzar.
En esta ocasión ha vuelto a ocurrir, en uno de esos
transportes que no llegan a ninguna parte, y en el que un
indocumentado, posiblemente marroquí, - lo de menos es la
nacionalidad – y lo importante es que un hombre, que, con
toda seguridad, trataba de lograr la otra orilla, no lo ha
podido conseguir, el menos con vida.
El indocumentado iba oculto en un camión que había partido
de Ceuta y la Guardia Civil del Algeciras lo encontró en el
control de la zona portuaria.
Este indocumentado tuvo peor suerte que otros dos
“compañeros de viaje” que al abrir el conductor, a
instancias de los agentes, las puertas del camión saltaron
del mismo y se escaparon de la propia policía.
Hace muy pocos días, al finalizar la feria, en la denominada
Operación Feriante, los controles fueron muy rigurosos, el
dispositivo preparado logró interceptar, sin salir de Ceuta,
a personas que intentaban pasar a la otra orilla
ilegalmente.
Ahora, posiblemente, los controles no habían sido tan
exhaustivos, pero sin embargo, antes de que el barco de
Acciona llegara a Algeciras, barco en el que iban esos
indocumentados, la Policía Nacional dio aviso a la Guardia
Civil de la posibilidad de que algunos inmigrantes viajaran
ocultos entre la carga del camión.
Y aquí surge una cuestión que me agrada muy poco, y es que
si en el control ha pasado desapercibida la presencia de
estos indocumentados para la Guardia Civil, cómo es que tras
haber salido del Puerto de Ceuta el barco sabe la Policía
Nacional que en tal camión, viajan, posiblemente, estos
indocumentados.
La Policía Nacional cumplió con su misión advirtiendo de
“esos posibles viajeros”, la Guardia Civil hizo su trabajo
en el Puerto de Algeciras, y lo más lamentable es que, tal
vez, alguien que “programó” el viaje, tras cobrar su
recompensa, avisara a la policía, si es que la avisó.
Una vez más, no es la primera, y presiento que no será la
última, los pobres no han tenido la ocasión de morir con
tranquilidad y si bien es cierto que los que actúan fuera de
la ley se exponen a todo lo malo, no menos cierto es que
otros que preparan el camino a estos “desheredados” se
quedan tan tranquilos, viviendo como gentes de bien, pero
jugando con lo más sagrado que pueden tener las personas, su
propia vida.
Hace muy pocos días, repito, al escribir sobre la Operación
Feriante, nos alegrábamos del dispositivo montado en Ceuta
para el control de los que pudieran aprovecharse de ese
movimiento de cacharros y pasar a la Península.
Hoy sigo pensando lo mismo sobre esos controles y lo único
que lamento es que en alguno de esos controles no caiga, de
verdad, alguien que prepara “ese tipo de mercancías”, que
tan caro se paga.
En este caso con la muerte de un hombre, que en principio,
hay que pensar que trataba de lograr un lugar al sol mucho
mejor, donde pudiera vivir de una forma más cómoda que como
estaba viviendo hasta ahora.
Esto es lo que pienso y es lo que debiera atajarse, de una
vez por todas.
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