Un interno de 22 años de la cárcel de Los Rosales prendió
fuego al colchón de su celda cerca de las 21.00 horas del
pasado jueves. Los funcionarios de prisiones acudieron al
rescate del joven, sacándolo de la habitación con más del 60
por ciento de su cuerpo con quemaduras de primer y segundo
grado. Según el primer diagnóstico médico y la información
manejada por el centro penitenciario, la vida del ciudadano
marroquí no corre peligro, aunque permanece ingresado en la
Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital Virgen del
Rocío de Sevilla, con un pronóstico “estable” dentro de la
gravedad.
Según las primeras informaciones, la vida del interno no
corre peligro, aunque su situación es de gravedad, ya que
tiene el 65 por ciento de su cuerpo con quemaduras de primer
y segundo grado. El informe médico remitido a las 15.00
horas de ayer informaba de que el joven estaba “entubado,
sedado, con respiración artificial y estable”.
Los hechos se produjeron en el módulo número 2 de la cárcel
de Los Rosales, el específico para menores (personas de
entre 18 y 25 años, salvo casos específicos). A las 21.00
horas, M.A. prendió fuego al colchón de su celda, en la que
vivía solo. Los compañeros alertaron a los funcionarios de
prisiones cuando notaron el olor a quemado, dando golpes en
las puertas de las celdas y gritando, según informaron
trabajadores del centro penitenciario. A continuación,
varios funcionarios entraron al cuarto y sacaron a la
víctima, que estaba agazapado tras el colchón.
Inmediatamente fue trasladado a la enfermería de la cárcel y
se requirió la presencia de los servicios médicos del
hospital del Ingesa. A continuación, debido al estado que
presentaba el enfermo, se decidió trasladarlo al hospital
sevillano de Virgen del Rocío, especialista en tratamiento
de quemaduras graves. Allí le hicieron las primeras
intervenciones, para luego pasarlo a la Unidad de Cuidados
Intensivos, donde permanece actualmente.
Desde la prisión informaron que el interno no cumplía ni
estaba en ningún régimen especial y que vivía solo en su
celda a petición propia, gracias a que había habitaciones
libres. Fue ingresado en la cárcel en septiembre, pocos días
después de que arrojara a una persona de condición travesti
desde la ventana de una casa, un acto que a punto estuvo de
matar a éste último. Por este hecho, estaba acusado de
tentativa de homicidio y atentado.
Funcionarios de prisiones aseguraron que M.A. llevaba casi
un año dentro de la cárcel en situación preventiva y que
dentro de poco estaba previsto que se celebrara un juicio
contra él, una de las razones por las cuales se cree que
prendió fuego a la habitación. Este ciudadano era de
procedencia marroquí, aunque va a ser juzgado por las leyes
españolas al haber cometido el presunto delito en territorio
ceutí.
Según los funcionarios de prisiones, la vida de este joven
de 22 años era normal y no tomaba ningún tipo de medicación
ni estaba en tratamiento psiquiátrico.
En la cárcel ceutí hay cuatro módulos diferentes. El
primero, destinado a mayores; el segundo, para jóvenes, en
donde actualmente conviven unas 20 personas; un tercero de
mujeres; y un cuarto, el celular, habitado por trabajadores
de la prisión.
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Se sospecha que el preso quisiera llamar la atención y no
suicidarse
Trabajadores del centro
penitenciario de Los Rosales creen que la medida del joven
se debe más a un acto para “llamar la atención” que a un
verdadero interés por quitarse la vida. “Muchas veces, este
tipo de tropelías se cometen para llamar la atención e
intentar sorprender al juez que instruye la causa. Quieren
demostrar que están en desacuerdo con su situación de
imputados y reivindican su inocencia”, comentaron. Aún así,
no se descarta que el joven marroquí intentara quitarse la
vida, ante la proximidad del juicio. “Normalmente suelen
utilizar otros métodos para autolesionarse y el de prender
fuego a la celda no suele ser el más habitual, quizá no
supiera ni el riesgo que corría”. Sus vecinos de módulo
fueron los que alertaron a los funcionarios de prisiones.
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