Jadú fue la castellanización del apellido Haddu, nombre que
tomó esta barriada ceutí de la persona que representaba a
Marruecos en la línea fronteriza.
Hace menos de una semana, el presidente de la Asociación de
Vecinos de San José-Hadu, Hamido Mohamed ‘Frugui’, abogaba
por buscar soluciones para volver a atraer al cristiano
hacia la barriada. Días después, Galo anunciaba que
convertirá el antiguo cine Terramar en un teatro de primera
línea en Ceuta.
Hadu, como se le conoce y se escribe hoy en día, ha pasado
por una historia convulsa desde sus primeros asentamientos,
cuando llegaba gente venida de Andalucía y cuyo trabajo era
la agricultura. En 1920 Jadú era considerado como ‘La
cortijada’ de Ceuta y pasó en 40 años de 33 habitantes a
2.117. Pocos ceutíes de origen habitaban este barrio, núcleo
principal del campo exterior; adherida estaba la barriada
España, nido para muchos ceutíes que escaparon del centro.
La casa baja unifamiliar de final de siglo XIX y principio
del XX dejó pasó a los soldados musulmanes y españoles
durante los años que abarcan desde 1930 al final del
protectorado (1956). La población, joven, seguía estando
compuesta por militares y labradores, mientras que con la
finalización del protectorado aumentó de forma considerable
el número de cristianos a la vez que creció el número de
bloques de vivienda construida en el exterior. A la
población andaluza y ceutí se le unió población del resto de
España, y la barriada se transformó, convirtiéndose en un
segundo núcleo comercial y mercantil de Ceuta. Las casas, de
promoción privada, fueron compradas por empleados,
pensionistas, comerciantes, militares de mayor graduación,
profesionales liberales y trabajadores de oficios
cualificados, que empezaron a convivir con población obrera,
marineros y militares. El nivel de vida creció y se observó
en las pertenencias de las casas, con televisores y
frigoríficos buena parte de ellas. Otro de los factores que
contribuyó al aumento de vida fue el cuartel de Regulares-3,
que favoreció la construcción de viviendas en sus
inmediaciones, eliminando el barraquismo. En esta área se
levantó, además, la cárcel y una plaza de Toros que hoy no
existe y que cobraba mucho protagonismo durante las fiestas
patronales.
A mediados de los 80 el panorama cambió. La concesión de
nacionalidades a marroquíes radicó en 10.000 nuevos
musulmanes en la ciudad. Éstos, que habían habitado el
Príncipe en un principio se vieron obligados a saltar a Hadu,
única barriada del campo exterior con vivienda libre. A
partir de entonces, los cristianos se cambiaron a las
barriadas levantadas a base de edificios construidos por la
Administración y la Ciudad. Desde entonces, la población
musulmana ha sido la protagonista en Hadu, en
contraprestación de los cristianos.
* Fuentes: historiadores Manuel Gordillo Osuna y José
Luis Gómez Barceló.
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