Un año más, la ‘Operación Feriante’, que consiste en el
control de la inmigración ilegal que trata de colarse hacia
la península en los vehículos que regresan tras el
desmontaje del recinto ferial, ofreció ayer las mismas
imágenes de desesperación. Algunos, como un joven,
probablemente, menor de edad, al que se encontró oculto en
una furgoneta en el preembarque del puerto, aparecen
extenuados. Las atracciones, los camiones, furgonetas...
cualquier habitáculo sirve al propósito de alcanzar el otro
lado del Estrecho. Ayer, uno llegó incluso hasta el
dormitorio de una caravana, algo que según la propietaria no
había sucedido antes.
Un inmigrante en su dormitorio. Con esta surrealista
situación se despertó ayer la propietaria de una de las
atracciones que acuden a las fiestas patronales de la
ciudad. Un año más, la denominada ‘Operación Feriante’
ofreció las mismas imágenes de desesperación, reflejadas
sobre todo en los cuerpos, a veces extenuados, de aquellos
que logran ocultarse en alguno de los vehículos que regresan
a la península tras el desmontaje del recinto.
Cerca de las diez de la mañana y ya en su coche rumbo a
Sevilla Mariló Palacio, dueña de la atracción ‘La cárcel’,
relataba el incidente vivido un par de horas antes con la
relajación de cierta distancia, pero todavía con el
sobresalto que supuso que un hombre abriera la puerta de su
caravana -en la que dormían ella y sus dos hijos pues el
padre estaba desmontando la instalación-, “atravesara toda
la caravana” y llegara hasta su cuarto, situado al fondo de
la vivienda. Los ladridos de su perro, un colie, la
alertaron: “No se cómo pude reaccionar así, pero al verle
empecé a empujarle hasta que lo saqué a la calle”, relataba.
Luego señaló al intruso a un policía que tras interceptarlo
explicó a la mujer que “al tener el NIE (Número de
Indentificación de Extranjeros) o algo así podían
expulsarle”.
Esta feriante, procedente de la localidad sevillana de
Utrera y que lleva al menos ocho años viniendo a la ciudad,
aseguraba que nunca antes se había dado el caso de que un
immigrante se colara en una caravana, “en las atracciones,
sí, en la nuestra, que es muy grande, muchas veces
-afirmaba-, pero de algo así no se ha sabido nunca”. Ella
atribuía esta novedad en los intentos de los inmigrantes a
la “desesperación por la crisis”.
Identificaciones
Aunque en menor medida que en años anteriores, el flujo de
extranjeros descubiertos por la Policía y trasladados al
punto de control instalado en el Real, junto al helipuerto,
era continuo desde primera hora. Los agentes iban y venían
con los retenidos, todos hombres, algunos esposados y con
las ropas sucias tras haber logrado esconderse en algún
vehículo, otros sonrientes pues su intento no había pasado
de deambular por el recinto en busca de una oportunidad. El
resultado de la jornada, ofrecido a última hora de la tarde
por la Delegación del Gobierno, fue de 44 intentos
comprobados en el ferial, aunque el trasiego de inspecciones
de documentación alcanzaba ya hacia las nueve de la mañana
el medio centenar, según las cifras facilitadas por los
agentes. Por su parte, en la zona previa al embarque se
detectó a cinco inmigrantes escondidos, todos ellos por la
mañana.
Como sucedió en otras ocasiones, la atracción de los ponis
fue la elegida por algunos para tratar de ocultarse. Todavía
durante el proceso de desmonte del Real, la Policía Nacional
encontró a un hombre, que dijo ser de la vecina localidad
marroquí de Castillejos, bajo la cama de serrín que se
coloca en el transporte de los animales. Iba vestido con
ropa de Urbaser, “de la antigua”, señalaba un operario de la
empresa de limpieza. En ese mismo vehículo pero ya en el
puerto, el escáner de movimiento, tan sensible que detecta
incluso los latidos del corazón, y el perro de la Unidad
Cinológica de la Guardia Civil descubrieron a otros dos
indocumentados.
En otro vehículo apareció escondido un hombre que llevaba el
cuerpo forrado con papel de aluminio, al parecer pensando
que de ese modo podía burlar el escáner de la Guardia Civil.
De los cinco interceptados en el puerto a lo largo de la
mañana, el que peor situación presentaba era un chico,
probablemente un menor, al que los guardias civiles
encontraron entre los bártulos del compartimento de carga de
una furgoneta. Nada más extraerlo, le rociaron la nuca con
agua, pues mostraba evidentes síntomas de debilidad, y, casi
en volandas, fue trasladado a las dependencias de Protección
Civil para recibir atención sanitaria.
Desde las escolleras
Mientras todo esto sucedía en el área habilitada en el
Muelle Cañonero Dato para la revisión de los camiones,
caravanas y otros vehículos de los feriantes, en el de
Poniente, la Guardia Civil dispersaba a los inmigrantes que
se refugian en las escolleras empleando material
antidisturbio. Con esta actuación trataban de evitar que
algunos de los integrantes de estos grupos accedieran, como
se sospechaba que estaba sucediendo, a los transportes
aparcados en la explanada del muelle a la espera de la
inspección policial.
La Operación Feriante se dará por terminada hoy con el
embarque de los últimos vehículos procedentes del Real y de
los puestos de la Marina.
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