Seguimos insistiendo que la feria,
no ha sido más que la colación de restaurantes al aire libre
donde han brillado por supuesto, por su ausencia, esas
casetas típicas de nuestras ferias con su tablao
correspondiente para que se bailasen sevillanas y rumbitas.
¿Le estaremos diciendo adiós a algo tan tradicional de
nuestras ferias?.
No hay que irse muy lejos, para recordar todas aquellas
casetas, colocadas en el recinto ferial instalado en la Gran
Vía o en el lugar que, en estos momentos está ubicada, para
encontrar toda esa clase de casetas, que lo primero que
ponían era su tablao correspondientes, para uso y disfrute
de todos los que la visitaban.
Quizás hayamos perdido ese tradicional tablao, porque muchas
de esas casetas, por distintas razones han ido
desapareciendo del recinto ferial. Hoy no existen ni “Los
Abanicos”, “Agüita de la India”, “Don Juan “ “El Boquete”
“El Agujero” y otras muchas que, en estos momentos, me es
difícil encontrar sus nombres. Todas ellas, las mencionadas
y esa que no me acuerdo mantuvieron, mientras estuvieron
instaladas en el recinto ferial el tradicional tablao, donde
el persona por sevillanas y rumbas le da alegría a su
cuerpo.
Muchas de estas antiguas casetas, además solían traer
atracciones e incluso una orquesta durante los nueves días
de feria. Artistas de la categoría de “Los Marismeños”, “Los
de Sevilla”, Rumba tres”, “Solera 4”, “Los Maravillas”, o
“Los Romeros de la Puebla”, fueron atracciones que
estuvieron presentes en aquellas ferias, dándole prestancia
a esa feria andaluza, donde las guapas mujeres caballas,
ataviadas con el tarje de faralaes daban el colorido y la
belleza, cada noche, al recinto ferial.
Hay que reconocer que las cosas han cambiado, en todos los
órdenes de la vida y la feria, naturalmente, no iba a ser
una excepción. ¿Para mejor, para peor?. Cada uno que duda
cabe, cuenta la feria como lea
Lo que si queremos aclarar es que, a igual, que ahora, en
todas las casetas se comía. No vayan a algunos a creer, que
en aquellas casetas antiguas solamente se bailaba, sin beber
ni comer nada. Quienes así piensen están en un gran error.
Todas ellas tenían una barra y una cocina, donde se
preparaban todo lo que habitualmente se come y se bebe en la
feria.
Las casetas de feria, cuando son familiares, que es como
deben ser es trasladar, durante nueve días, el salón y la
cocina al recinto ferial porque durante, esos nueve días, la
caseta se convierte en tu improvisada vivienda.
Todas las nombradas y aquellas cuyos nombres no vienen, en
estos momentos, a la memoria, cosa que lamento, las montaban
un grupo de amigos a los que por supuesto, al final, les
costaba dinero de sus bolsillos.
Esa es una de las diferencias. Esas casetas, de aquellos
tiempos, no se montaban como negocio. Porque de montarse de
esa forma, el negocio hubiese sido de auténtica ruina, para
los organizadores de las mismas.
Era otra época. Eran otros tiempos, pero debemos recuperar
el espíritu de la feria. ¿O no?.
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