Veo que la gran actuación del
waterpolista de Ceuta, Guillermo Molina, podría hacer
cambiar la actitud de más de uno para, definitivamente,
darle su nombre al nuevo polideportivo que entrará en
funcionamiento en pocas semanas.
Vistas así las cosas, creo que sería haber valorado, hasta
ahora, muy poco a Guillermo Molina, cuando está destacando,
desde hace varios años en la alta competición, como un fuera
de serie en su modalidad deportiva.
Lo que hay que mirar no es una competición determinada, sino
toda una trayectoria, y la de Guillermo Molina,
afortunadamente, no ha terminado todavía, porque su juventud
le tiene que llevar a lograr otros muchos éxitos.
Hemos dicho, y lo voy a seguir diciendo, que el ponerle,
ahora mismo, su nombre a un polideportivo, sería estar
valorando en su final su trayectoria, cosa que no ha
sucedido y que tardará en darse.
Y lo que he dicho, también, y lo seguiré diciendo es que
frente a la juventud y toda una vida por delante, está el
recuerdo de alguien que dio gran parte de su vida por la
promoción del deporte en Ceuta, culminando con el
establecimiento de un organismo que regulara, controlara y
pusiera en movimiento, de verdad, el deporte en nuestra
ciudad, con la creación del IMD, hoy ICD.
Esa persona, hace casi treinta años, logró poner en marcha
algo que sigue ahí hoy, que ha movido el deporte, que ha
dado trabajo a muchas personas y que además ha hecho que
algunos políticos puedan ejercer como políticos del deporte,
en una parcela totalmente autónoma.
El verdadero creador del IMD, hoy ICD, jamás reclamó ninguna
prebenda por su obra. Él lo había hecho porque consideraba
que era un deber desde su cargo y ahí quedó, mientras él
vivió y para la posteridad.
Pero es más, si en vida de José María Rodríguez Portillo
alguno de los que éramos sus amigos hubiéramos osado decir
que su nombre apareciera, como homenaje a su obra, en
cualquier instalación, tanto a su gran amigo Aurelio Puya
como a mí, que era amigo suyo desde hace muchos años, nos
hubiera dicho:” vosotros estáis locos, hice eso porque Ceuta
lo necesitaba, no para que me den un homenaje”.
Por eso, precisamente, por su trabajo, su humildad y su
hombría de bien, ahora que ya no está entre nosotros, su
nombre merece aparecer en una de las instalaciones
emblemáticas de la Ciudad, y ese polideportivo lo va a ser.
No sería de recibo que por algo tan efímero, como puede ser
una medalla olímpica, un Campeonato del Mundo, o un
subcampeonato se cambiaran las ideas y con eso, repito, tan
efímero se olvidara toda una trayectoria, política,
educativa y humana a favor del deporte.
No me cabe duda de que los resultadistas, que se apuntan al
triunfo del momento, van a dejar en el olvido toda una vida,
pero sería una equivocación que les recordaríamos a cada
instante.
A partir de aquí y de hoy, hasta que el polideportivo tenga
su nombre, no volveré a escribir sobre el tema, pero si en
Ceuta hay responsabilidad en el deporte y sensibilidad con
los que trabajaron por ello, el polideportivo nuevo se
tendría que llamar: Polideportivo José María Rodríguez
Portillo. Lo he dicho varias veces y lo sigo sosteniendo.
|