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OPINIÓN - LUNES, 3 DE AGOSTO DE 2009

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

Carta abierta a Juan Vivas

Por Javier Ruíz Sánchez


Hace apenas unas horas, en un programa nocturno de máxima audiencia, era entrevistado el ceutí Guillermo Molina, gran jugador de waterpolo que esta misma noche [por el sábado pasado] disputará la final del Campeonato del Mundo en los Mundiales de Roma.

Y se mostraba orgulloso de que su ciudad haya pensado en poner su nombre al polideportivo que en breves fechas inaugurará Ceuta.

Sin poner la más mínima pega a este hecho no he podido evitar desvelarme a las cinco de la madrugada y acordarme de una gran persona fallecida hace poco tiempo y que dedicó muchísimas horas de su tiempo a trabajar por el deporte ceutí, en este caso al fútbol base.

Estoy hablando del señor, con mayúsculas, don Eugenio Canas, con el que tuve el honor y el placer de compartir muchas horas de campos de tierra, viajes interminables y vestuarios con glorioso olor a Réflex.

Y estas humildes palabras van dirigidas a los dirigentes políticos de esta ciudad, también la mía, para recordarles algo en lo que estoy seguro que muchos caballas estarán de acuerdo conmigo. Repito, desde este humilde escrito, propondría el nombre de Eugenio Canas para este nuevo polideportivo, y aunque para algunos de estos políticos la foto no sería tan jugosa ni tan mediática, seguro que honrarían a un gran deportista, por su puesto mejor persona, a la que muchos ceutíes no podrán olvidar por mucho que no haya ganado mundiales ni sea mundialmente conocido.

Nadie que haya sido entrenado por él podrá olvidar su gran dedicación, su entrega total y pocas veces remunerada y el gran trabajo, sobre todo humano, que realizó con miles de niños que, como yo, soñaron un día con ser deportistas de alto nivel, y que al menos aprendieron a ser compañeros y que nunca podremos olvidar la lección de vida que él nos enseñó.

Mucho tiempo después de dejar el fútbol y tras trasladarme por motivos de trabajo a la ciudad hermana de Melilla no me podía permitir el lujo de dejar de volver a compartir con él las horas previas a un partido cada vez que visitaba esta ciudad para disputar un partido y nunca podré agradecerle que me dejara volver a rezar el Padrenuestro más sentido que jamás pudiera escuchar, las palabras de ánimo y, sobre todo, de respeto hacia los rivales que siempre se escuchaban en su vestuario, un santuario en el que yo volvía a emocionarme, a volverme a sentir como un niño con botas nuevas.

Volviéndome a emocionar al escribir estas palabras, estoy seguro de que el gran Willy Molina no sentiría ningún menosprecio si finalmente el nombre de Eugenio Canas figurara con letras de oro en la historia de Ceuta.

Mi pequeña hija se ha desvelado conmigo y le he contado mi pequeña historia.

Ahora nos constará volvernos a dormir, pero al menos será con la conciencia bien tranquila de no dejar en un sueño lo que hace mucho tiempo que debería haber ocurrido.
 

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