Y no es para menos, cuando la
seguridad, además de otros múltiples problemas, se tambalean
en los últimos días, por culpa de unos auténticos salvajes.
Los minutos de silencio del pasado viernes a las doce de la
mañana, desde Madrid a Zaragoza, o desde Valladolid a
Sevilla, son la muestra inequívoca de la indignación que han
supuesto en todo el país los últimos atentados contra la
Guardia Civil.
Y ya es hora de que, por fin, los dos grandes partidos, aun
conservando sus discrepancias en otros muchos asuntos, se
unan de verdad para erradicar la lacra que desde hace 50
años está soportando el pueblo español, con las continuadas
actuaciones de ETA.
Los dos grandes partidos, PSOE y PP, tienen fuerza
suficiente, aunque no se les uniera ningún otro para cambiar
ciertas leyes y que los terroristas, por el mero hecho de
serlo, den con sus huesos en la cárcel, para mucho más
tiempo de lo que vienen estando.
Y que nadie nos hable de derechos para unos, cuando otros,
en este caso la Guardia Civil, parece que no tienen derecho
a la vida, o tiene que estar sometida siempre al peligro de
perderse, estando de servicio o encontrándose descansando en
su casa con sus hijos y sus esposas.
Ya está bien. Comienzan las vacaciones políticas con dolor
de estómago para muchos y con las palabritas de siempre para
casi todos, pero ETA sigue festejando lo infestejable.
Mientras el viernes viajaba hacia mi tierra entré en dos
lugares diferentes, a lo largo del viaje, a tomar un café.
Curiosamente, y no es casualidad, las imágenes que aparecían
en la TV eran sobre el atentado de Palma de Mallorca, y las
personas que había en esos dos establecimientos en los que
entré, como si fueran impulsados, a la vez, por un resorte
decían:” Hay que acabar con esto, los políticos no deben
hablar más, deben actuar”.
Eso es lo que deben hacer, al menos, los del PP y los del
PSOE, si los demás se quieren unir, bien venidos sean, y si
para algunos es más democracia el tener menos seguridad,
esos es que están al lado de las bombas y los disparos de
ETA.
Los derechos acarrean unos deberes, y el ser libre implica
saber respetar la libertad de los otros. Todo lo demás es
palabrería, demagogia y, a veces, complicidad con el
desorden.
En ciertas ocasiones y sobre otros asuntos podemos
posicionarnos al lado de un grupo político e ideológica o
del otro. En estos momentos y viendo la situación con
tranquilidad, sólo podemos estar con la ley, pero con la ley
que no esté protegiendo más al desalmado, con la ley fuerte
que sancione, de verdad, a aquellos que segaron la vida de
quienes estaban cumpliendo con su obligación.
Palma de Mallorca y toda la isla son fácilmente rastreables
¿Se van a escapar los autores del atentado?. Y eso de que
hay normalidad en los aeropuertos, o en el de Palma de
Mallorca en concreto, es bonito, pero más bonito es que haya
seguridad para todos y, a mí que no me gusta que me
registren al pasar un control aduanero, me gusta menos que
por no registrarme a mí y a todos los demás haya inseguridad
o riesgo para quienes nada malo hicieron.
La pregunta que nos hacemos muchos es como ha podido suceder
que primero en Burgos y ahora en Palma de Mallorca, y en el
sitio que ha sido, no se detectara nada sospechoso.
Inexplicable.
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