Mientras paso unos días en el
norte de Palencia, en el Parador Nacional de Cervera de
Pisuerga, en un lugar que la Biblia podría haber elegido
como la entrada del Paraíso, a 1100 metros de altitud,
viendo un informativo de televisión, de cualquiera de las
cadenas que hoy se pueden sintonizar, empiezo a pensar que
este mes de julio lo parece haber diseñado el mismísimo
Lucifer, por la cantidad de cosas desagradables, de esas que
se podían haber evitado, nos ha traído.
Recuerdo que cuando me dirigía a estas tierras, en las
cercanías de Cantabria, dudé algunos instantes entre coger
este itinerario o irme hacia Burgos, ciudad que me encanta,
por múltiples razones.
Y Burgos, en la madrugada del martes al miércoles, fue como
la mismísima entrada a los infiernos, cuando unos salvajes,
salvajes peligrosos, de los que todavía quedan en esa
maldita ETA, hacía estallar una furgoneta, cargada con más
de 200 kilos de explosivos, frente al cuartel de la Guardia
Civil.
Y otra vez el centro de la barbarie se dirige contra la
Guardia Civil, contra sus hijos y contra todos sus
familiares.
Casi no pude terminar de ver y oír la información del brutal
atentado, desde el momento en que dijeron que en esa “casa”,
en el momento de la explosión había unos cuarenta niños que
dormirían tranquilamente. Eran las cuatro de la madrugada.
Y de nuevo, esto sí lo he oído, las condenas desde los
grupos políticos, al menos desde los grupos políticos
sensatos, pero con eso no se termina todo y especialmente
los dos grupos políticos mayoritarios, de ámbito nacional,
tienen fuerza entre ambos para de una vez y con la rapidez
que exige el caso, cambiar las leyes que de alguna forma no
condenan con la dureza que ellos actúan a estos salvajes,
que cada día ponen el punto de mira en lo que ellos pueden
dañar más a la sociedad.
¿Hasta cuando vamos a seguir sin tocar estas leyes que
atenúan las condenas que debieran recibir quienes llevan
casi medio siglo con el dominio de la barbarie?.
Esta, pues, es una desgracia que ha sufrido Burgos, que
podría haber sufrido cualquier otra ciudad o cualquier
pueblo y que podría haberse evitado si esos salvajes
hubieran estado en su justo sitio, en vez de donde están.
Esta es una desgracia que ha llegado a la población y que no
mandó la naturaleza, sino parte de la población que está
fuera de la ley, y que nuestras leyes no han hecho por
terminar con ellos.
Y como el calor y la carencia de lluvia en todo el verano,
además de algún loco de los que andan sueltos por ahí, nos
ha traído otras desdichas, el fuego está haciendo de las
suyas ¡¡Y de qué manera!! Primero en la zona de levante,
luego en Teruel, más tarde en las Hurdes, en Extremadura, y
para que no haya quien tenga “envidia” del mal de otros,
ahora en Ávila, en el Valle del Tietar, donde otras dos
personas han muerto, como consecuencia del incendio que se
está dejando notar a más de cien kilómetros de donde se ha
producido.
Lo de los incendios es otro de los asuntos en que hay que
volver a insistir, porque, por desgracia, muchos de ellos, y
este del Valle del Tietar parece que también, son
provocados, sin que los que los provocan sufran, de verdad,
el duro castigo que eso merece. Ya van ocho o nueve personas
que han perdido la vida como consecuencia de estos incendios
en menos de un mes. Es intolerable, y espero no volver a
hablar de desdichas en varios días.
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