Todo repercute en todo como si
todo fuese uno. Ha de serlo. Está visto que cuando los
pueblos se aíslan y no establecen vínculos con otros
pueblos, este aislamiento suele repercutir en toda la
ciudadanía. Bajo esta perspectiva encontramos el estilo de
vida que debemos conducir, para que todas nuestras andanzas
sean conformes con nuestra condición humanística. De esta
manera, las familias separadas tan en boga hoy, también se
convierten en un problema social. Injertada la inseguridad
afectiva en las personas, nadie se fía de nadie, porque el
sentido del compromiso queda sin valor alguno. De igual
modo, todos los Estados del mundo debieran prestar más
atención a la moralidad pública, para que no se ponga de
moda un ambiente social irrespetuoso como el que ahoga al
planetario en este momento. Si no se repercuten unas normas
éticas mínimas es imposible una digna convivencia humana.
Hay que globalizar un consenso básico moral para que las
sociedades florezcan más equitativas y, asimismo, extender
la educación por todo el globo, más allá de las meras
palabras encandiladoras. Incluso en situaciones de extrema
conflictividad, no se pueden poner cerrojos a la enseñanza,
los poderes inyectarán instrucciones humanizadoras huyendo
de la frecuente tentación de responder a la violencia con la
violencia.
Dicho lo anterior, considero tan justo como necesario
repercutir todos estos desórdenes que tienen trascendencia
en todo el mundo. Adquirir desde niños tales o cuales
costumbres no tiene poca importancia: tiene una importancia
categórica. Se hacen juicios a veces que indican poca altura
de miras. Odiar a alguien sería otorgarle demasiada
importancia a alguien y, sin embargo, es pandemia mundial.
Debemos, pues, imponer con urgencia el estilo humano, que
nada tiene que ver con el estilo mercantilista actual que
soportan las personas de aquí y de allá. Urge, desde luego,
cambiar el tanto tienes tanto vales, por el tanto sirves
tanto haces. Acertada brújula para tomar orientación y
conciencia crítica. La diligencia de servir es lo
verdaderamente significativo. En ocasiones, todo parece lo
contrario, es el caso de muchos políticos que han hecho de
la política el arte de servirse de los ciudadanos
haciéndoles creer que se les sirve a ellos. Hay cuestiones
que debieran tener repercusión inmediata. Al menor indicio
de corrupción, el político debería quedar inhabilitado por
ejemplo. Caiga quien caiga.
Al final, también son los pueblos los que ponen una nota de
esperanza. En este sentido, imprimo esta gozosa noticia:
cuatro de cada cinco europeos declaran que tienen en cuenta
las repercusiones en el medio ambiente de los productos que
compran. Los griegos nos dan la lección. La consideración de
los efectos en el medio ambiente más alta se registra en
Grecia, donde más de nueve de diez personas encuestadas han
declarado que el impacto de un producto en el medio ambiente
pesa de forma importante en sus decisiones de compra. Por
algo se empieza. Que continúe el raciocinio imponiéndose,
aunque nos asuste, sobre todo a los dominadores
dictatoriales, que a veces también se esconden tras
imperiosas firmas comerciales. Ya está bien de que todo se
compre y se venda, incluidas las personas.
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