Es, con diferencia, dentro de la
política española, la mujer que más ha plantado cara a
cualquiera de los varones, que han aparecido en su terreno,
a lo largo de los últimos años.
Desde su cargo de presidenta de la Comunidad de Madrid, se
las ha visto y se las ha tenido muy “tiesas” con el alcalde
de la Capital de España o con el presidente del Partido
Popular, si ha sido preciso, en algún instante.
Es ella, es doña Esperanza, la que nada más estrellarse el
helicóptero en el que iba a viajar, antes de tomar altura,
desde uno de los pueblos de Madrid, en vez de ver qué es lo
que tenía ella, lo primero que hizo fue preguntar por el
cámara que iba en el mismo helicóptero.
Y el pasado domingo, como presidenta de la Comunidad de
Madrid, se tuvo que “comer el sapo” en París, de ver que al
subir al podio Alberto Contador, como brillante ganador del
TOUR de 2009, en vez de poner el himno nacional español, los
franceses, es de suponer que por equivocación, pusieron el
himno sueco. Es cierto que al darse cuenta “el gabacho” que
había cometido el error, enmendó lo que había hecho mal y ya
puso el himno que correspondía a aquel momento, esto es el
de España.
Este hecho no sentó nada bien a la presidenta de la
Comunidad Autónoma de Madrid, y el lunes, en el recibimiento
oficial que la Comunidad hacía al flamante vencedor de la
ronda francesa, fue la propia presidenta la que con su
propia voz tarareó, otra cosa no se puede con la letra de
nuestro himno, el himno de España.
Y es que, aunque Esperanza Aguirre tendría todo bien
preparado y confiaría en sus técnicos, debió pensar que así
no habría ningún error posible, que en casa hubiera sido más
grave.
No sé, no ha trascendido, lo que pudiera haber dicho, en
París, Esperanza Aguirre cuando aquel error, aunque
posiblemente para no empeorar la salud del presidente de la
República Francesa, preferiría no armar alboroto y así
enmendar en su propia casa, ella por sí sola, lo que los
“franchutes”, que debió ser por error, habían enmarañado.
Gestos como este, que no deben pasar de la propia anécdota y
espontaneidad de Esperanza Aguirre, no deben dejar demasiado
impasibles a algunos políticos, incluso, de su propio
partido, que también es el mío, porque no me extrañaría que
en cualquier momento, con su temperamento y su personalidad
decidiera “saltar a la arena” para dar un poco más de fuerza
a esos tímidos “empujones” que desde las alturas del PP se
vienen dando desde hace varios años.
Sus salidas a escena, incluso cuando no se lo proponía,
acarrean desasosiego entre una parte de los suyos. Su
actuación, con el himno nacional, debe haber repercutido
hacia las esferas francesas con quienes estamos, al menos en
los últimos tiempos, lo que se dice “a partir un piñón”.
Y ella, sin querer, habiendo ido como representante de todos
los habitantes de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre
se dejó ver en Francia, para más tarde, desde Madrid
enviarles “un mensaje”, el suyo, en el que les mostraba cual
es el auténtico himno de toda España, también de Madrid.
París vio coronarse a Contador, pero París, desde ahora,
debe saber, también, como se las gasta una madrileña, cuando
no se atiende como es debido a algo que es de todos los
españoles: su himno.
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