Julio avanza inexorablemente hacia
su final. Incluso las nieblas agosteñas se han dejado ya ver
como evidencia de lo que nos espera: una semana de Feria y a
partir de ahí los políticos se tumbarán a la bartola porque
los pobres míos acusan cansancio y necesitan un descanso
reparador.
Dice alguien que sabe mucho del asunto que en el gobierno
presidido por Juan Vivas quien mejor uso hace del
ocio es Francisco Márquez. Y que está en su derecho.
Y que su ejemplo será imitado por otros compañeros. De modo
que tomarán ostras y champaña cada vez que se les encarte y
los mojitos que se tercien. Como debe ser.
Y es que el consejero de Hacienda, como dije hace ya tiempo,
es lo más parecido a Tomás Terry. Y marca tendencias
tanto en el vestir como en su forma de entender la vida. Y
no olviden que Tomás es el hombre con más estilo de España.
Lo cual no deja de ser eficaz.
Lo cuento, además de ser cierto, para que Márquez no
refunfuñe más contra mí ni se mosquee conmigo. Que en esta
columna no es la primera vez que digo cosas agradables de él
y hasta he sido capaz de salir en su defensa cuando he
creído que la razón estaba de su parte. Y puedo asegurar que
han sido varias veces. Y lo seguiré haciendo si se dan las
condiciones adecuadas.
Lo que no acabo de entender son los motivos que tiene el
consejero de Hacienda para no asistir a fiestas y actos
donde sí suelen acudir sus compañeros de gobierno. Es una
pregunta que tendría que hacerle. Porque tengo la impresión
de que Márquez gusta poco de lucir palmito en su tierra. Es
como si hubiera asumido que dejándose ver mucho entre sus
paisanos se expone a terminar convertido en uno más por mor
de la costumbre de ser frecuentado. Y, claro, prefiere
mantener las distancias. Dejarse ver lo preciso. Y a ser
posible sólo en los medios y cuando la ocasión es de las que
dan y no quitan importancia.
Postura, sin duda, inteligente. Porque cada cual conoce
perfectamente sus posibilidades. Y a Paco debe de hacerle
poco tilín pasear la calle entre saludos y apretones de
manos. Y haciendo visajes de simpatías que en absoluto
siente por cuantos se crucen con él. Y es que está
comprobado que nuestro hombre es un profesional de la
política cuya obsesión consiste en ganarse en los despachos
los méritos suficientes para ir subiendo peldaños en el seno
de su partido. Y a fe que está en el mejor de los caminos.
Quizá esta columna, tan cercana a la celebración de las
Fiestas Patronales, haga que Márquez me tire abajo cuanto
digo en ella, presentándose en todos los ágapes, festejos y
cuchipandas del momento, con el fin de demostrar que si se
lo propone puede ser un político tan cercano como el que
más. Que también cuenta con recursos suficientes para actuar
en las distancias cortas y ganarse a los demás con su
peculiar forma de ser. Aunque yo no apostaría por ese
cambio. Y mucho menos cuando se anuncia que el contacto con
la gente puede ocasionar verse invadido por el virus de la
gripe A.
De cualquier manera, bien haría Francisco Márquez, aun
haciendo de tripas corazón, siendo más generoso a la hora de
prestar su imagen al partido que le ha dado la oportunidad
de hacer lo que más le gusta. Antes de que haya compañeros
que comiencen a largar. He aquí un mensaje de ayuda a tu
causa, Paco.
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