Su vida no ha sido un camino repleto de rosas aunque poco a
poco, con el paso del tiempo, la tempestad ha ido llegando y
las nubes, desapareciendo. Así lo ha sentido Hito, un joven
de 16 años que ha padecido una grave enfermedad oncológica y
que ahora la recuerda como esa experiencia “que me ha
enseñado a valorar las pequeñas cosas, la vida”.
Recuerda cada instante, cada movimiento, cada dolor, cada
lágrima. Pero todo eso desaparece con la mejor de sus
sonrisas y una profundidad en su mirada que delata las
gratas experiencias que ha vivido junto a otros niños que,
como él, se han tenido que enfrentar cara a cara con el más
allá. “En este campamento de las colonias de Lleida he
conocido a mucha gente y me lo he pasado muy, muy bien. He
descubierto que me gustan muchas cosas como la prensa ya que
participé en un taller e hice una entrevista. Y sé que todo
hay sido gracias a los monitores y voluntarios de la
Asociación Española Contra el Cáncer, ya que ellos han
estado, en todo momento, ayudándome a mí y a mi familia”,
explicaba Ito.
Gymkhanas, talleres, obras de teatro, ráfting, pesca,
senderismo o hípica son algunas de las actividades que Hito,
junto a otros menores que han padecido enfermedad
oncológica, ha disfrutado en las colinas de verano que
organiza la AECC, desde el pasado día 18 y hasta el domingo.
Sin lamentaciones, sin sentimentalismo, sin compasión;
simplemente con ilusión. Esta iniciativa normaliza la
situación de estos jóvenes con propuestas de ocio y tiempo
libre, conociendo a otros menores que han vivido vidas
paralelas pero fuera del ambiente hospitalario, compartiendo
momentos relacionados con la enfermedad y que no todas las
personas pueden llegar a comprender y asimilar. “Me han
aportado alegría, tranquilidad, felicidad. Hemos bromeado y
me he traído muchos recuerdos que también han sido posible
gracias a todos los voluntarios que han estado con nosotros
día a día”, confesaba Ito.
Su amor a la naturaleza lo ha traducido en su dedicación a
la jardinería contemplando cómo las semillas se convierten
en preciosos pétalos y recuperando esas ramas que parecían
mustias, devolviéndoles la vida como él se la han devuelto.
“He pasado muchas cosas y se cómo es la vida, lo que me hace
valorarla más. Momentos en los que mi familia, los
voluntarios de la asociación y la gente que me ha rodeado me
ha sostenido y me ha convertido en lo que soy. Por eso les
quiero decir a todos esos niños que pueden estar tan
enfermos como yo lo he estado que les deseo lo mejor, porque
se pasa mal. Yo he sabido salir, luchando poquito a poco,
pero se consigue salir”, comentaba.
Bucear es su afición; el fútbol su deporte preferido y el
amor, su debilidad, como la de muchos otros por l uqe se
demuestra que el cáncer no es una barrera para sentir ni
para distinguir. “Durante el campamento, los monitores
pusieron unos buzones nocturnos en los que podíamos tirar
cartas los chicos y las chicas. Y al final, tengo una media
novia de Antequera con la que me enviaré fotografías a
través de internet”, sonreía.
Su dura y corta vida le ha demostrado que la fuerza, la
constancia y el espíritu de lucha pueden mover montañas de
arena fina, de ahí que su mayor motivación sea el
convertirse en voluntario. “Uno de mis sueños es trabajar
aquí, en la Asociación Española Contra el Cáncer, como
voluntario y ayudar a esos niños pequeños como me han
ayudado a mí, haciéndoles sonreír. Simplemente, hacer por
los demás lo que han hecho por mí. Creo que esta labor es
especial”, concluía el joven Ito. Este menor de 16 años es
sólo uno de los ejemplos de superación que día a día
intentan construir todas las personas involucradas en la
Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).
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