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OPINIÓN - LUNES, 27 DE JULIO DE 2009

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Fuegos repentinamente provocados

Incendios forestales y verano se han convertido, lamentablemente, en términos inseparables. Las estadísticas revelan que la mitad de los incendios registrados cada año en nuestro país se producen en julio y agosto. Y España, cuyos recursos forestales ocupan casi la mitad de su superficie y que alberga la mayor biodiversidad de Europa, es uno de los países más afectados por los incendios. Aunque el área media y total incendiada está disminuyendo gracias a la mejora y ampliación de los medios de extinción, el número de incendios crece cada año. A pesar de que la naturaleza cuenta con sus propios mecanismos para recuperarse tras la acción del fuego, la intensidad y reiteración de los incendios están afectando a bosques y fauna, que pueden necesitar hasta 120 años para recuperarse, siempre que no hayan quedado irreversiblemente afectados. El fuego reiterado merma la capacidad de la vegetación de recolonizar el terreno, y los animales que no han muerto migran a otras zonas. La erosión, por su parte, genera suelos cada vez menos productivos y más áridos y se incrementa el riesgo de inundaciones y sequías.

Los incendios dañan y arrasan. Afectan gravemente a los ecosistemas. En Ceuta sólo en un mes los agentes de la brigadas forestales han alertado en más de una treintena de ocasiones de conatos de fuego extinguidos a los pocos minutos o pocas horas después. Pero todo indica que las llamas repentinas y de modo tan reiterado en una radio de acción determinado no surjen al azar ni por la concurrencia de situaciones que las provoquen a no ser que éstas sean eminentemente provocadas. En cuyo caso, además de estar ojo avizor, como lo están en las brigadas forestales, y rápidos como lo están los bomberos, los agentes bien de la Judicial o del Seprona de la Guardia Civil deben seguir las pistas de quienes parecen empeñados en tener excesivamente entretenidos a los bomberos a costa del daño que se le produzca al monte y, por tanto, a la naturaleza. Quien esté detrás de tanta locura debería acabar entre rejas.
 

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