No podía ser de otra forma, un
verano más los fuegos siguen arrasando nuestra geografía y
cada vez van desertizando un poco más las zonas que, en su
día, tuvieron unos buenos bosques.
Las últimas dos semanas de este mes de julio el fuego,
especialmente en la zona centro y en las inmediaciones del
Mediterráneo están convirtiendo en cenizas centenares de
hectáreas, que estaban muy pobladas de árboles hasta haced
pocos días.
El excesivo calor, en esas zonas y los fuertes vientos han
sido suficiente para que parte de la Península se convierta
en un horno, al aire libre.
Y Ceuta, aunque por fortuna en pequeña extensión, tampoco se
ha librado de esta plaga, puesto que ha visto arder varios
cientos de metros cuadrados de bosque, en las inmediaciones
del Jaral.
Es cierto que la superficie quemada aquí no es,
prácticamente, nada si lo comparamos con los cientos de
hectáreas de la zona levantina, donde además de dejar
calcinadas las tierras, también, se han cobrado estos
incendios, varias vidas humanas.
Aun siendo una superficie muy pequeña la quemada, aquí en
Ceuta, es peligroso que a estas alturas se haya producido en
nuestros dominios el primero de esos incendios, por cuanto,
todavía, hay mucho verano por delante y este podría no ser
el último.
Además, y por si no fuera eso bastante, según apuntan muchos
indicios, el fuego podría haberse producido por las brasas,
sin apagar, que utilizaron los inmigrantes que residen, a su
aire, fuera del CETI, para cocinar.
Si este tipo de descuidos se ha producido y si a eso hay que
añadirle que la Ciudad llevaba varios días en alerta roja,
con riesgo extremo de incendio forestal, el resultado no
podría ser otro, que el que se dio.
Y ante este primer incendio del verano de 2009 en Ceuta, en
ese tercer día consecutivo de alerta roja, todos los
servicios como Cuerpo de Bomberos, Protección Civil y
Seprona de la Guardia Civil intervinieron con prontitud y
con eficacia, para que la situación no llegara a algo más
grave.
Hemos dicho, en infinidad de ocasiones, que una intervención
a su debido tiempo, por parte del servicio correspondiente,
soluciona los problemas que se vayan suscitando, bien por
casualidad o por la dejadez de quienes no actuaron
correctamente.
Y lo que no nos gusta nada es que esas personas que andan, a
sus anchas, alejados por voluntad propia, en su día, del
CETI, puedan ocasionar problemas como el que se ha dado,
aunque haya sido en grado ínfimo, pero ..., se ha dado.
Si esos “descuidos”, no creo que sea más que eso, un
descuido, se dan en unos momentos en el que hay un
persistente viento de poniente, con casi nula humedad
relativa, con unas temperaturas muy por encima de los 30º,
estamos en el lugar y momento idóneos para que el riesgo de
incendio forestal sea alto, o muy alto.
Nunca me gusta escribir, ni hablar sobre problemas que
acarrea la propia naturaleza, riadas, movimientos sísmicos o
incendios, pero en estos días, muchas más veces de las que
queramos, tendremos que hablar de alguno o algunos
incendios.
Es la época de ello, y además se repite con mucha más
frecuencia de la que uno quisiera.
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