En su fugaz visita a la tierra ceutí motivada por su
participación en el Sorteo del Oro de Cruz Roja, la
escritora Espido Freire ha podido percibir y guardar en su
memoria “la luz del cielo y el brillo de los ojos” de la
ciudad autónoma. Desde su propia percepción, Espido reconoce
que a Ceuta “le han dado muchas veces la espalda” desde la
península pero quizás haya sido eso lo que “nos ha ofrecido
varias lecciones”. Ejemplo de convivencia de cuatro
culturas, la creadora contempla la ciudad como uno de los
escenarios “para cualquiera de sus obras” a lo que se añade
su creencia en que “las palabras tienen fuerza suficiente
para cambiar el mundo” por ello intenta transmitir que la
cultura “no es un tabú”.
Pregunta.- ¿Qué percepción ha tenido de Ceuta en su visita
relámpago?
Respuesta.- Conocía Ceuta y también Melilla pero siempre a
través del agua. Y de pronto la he conocido a través del
aire y de la sangre, con los sorteos y otras ideas. Melilla
y Ceuta están siempre fuera y ahora, de pronto, están dentro
y nos dan lecciones.
P.- Durante su intervención en el Sorteo del Oro de Cruz
Roja hizo referencia a que las palabras podían cambiar el
mundo, ¿cuál sería exactamente?
R.- No está mal la que se eligió, la universalidad. Aunque
yo me declinaría por otra, la empatía. Sentir que lo que tú
sientes es mío y lo que yo siento, es tuyo.
Independientemente de edades, naciones o lenguas, tú sientes
un dolor o una emoción determinada y lo que yo siento es lo
que tú estás viviendo en este momento. Y de ahí nace la
literatura, que cree que con la empatía se puede conseguir
ser universal y por ello nacen las oenegés, o Cruz Roja o
cualquier empresa de solidaridad donde lo importante es que
tú y yo seamos el otro y que nosotros seamos lo mismo. Esta
es la clave fundamental.
P.- Esta empatía de la que hablas, ¿cómo se traduce en sus
escritos?
R.- En novela, yo veo al desfavorecido y en ensayo, que
tengo unos cuantos, lo vuelco en artículos que versan de
temáticas diferentes y comunes para todos. Problemas como la
enfermedad, la falta de nutrición o el desamor.
P.- ¿Podría ser Ceuta y su multiculturalidad un escenario
propicio para su siguiente libro?
R.- Con cuatro culturas...claro. El problema está en que la
península ha dado muchas veces la espalda a Ceuta y ha
sentido que estaba ahí pero como algo incluso dispuesto a
borrarlo después de varias guerras o conflictos. Para mí
Ceuta es parte de España pero también es parte de una
muralla que nos protege de los desconocidos. Si la tiramos,
lo desconocido también es nuestro y creo que nos da una
lección día a día. La de perder el miedo, perder los
prejuicios y empezar a pensar que somos uno y, por lo tanto,
vamos a comenzar a pensar en resoluciones, en políticas más
unitarias e iguales.
P.- La música y la literatura han sido dos caminos por los
que ha andado tanto en su trayectoria personal como
profesional, ¿los has separado?
R.- Lo cierto es que la pasión por la música no la tuve; a
mi me eligieron como niña prodigio y lo fui, pero yo iba por
libre. Lo que siempre quería era escribir, ser escritora y
desde los quince años, cuando escribí mi primera novela. En
aquella fecha estaba en Viena y coincidió con la institución
de los siete conceptos que debían definir a Cruz Roja.
Estuve en París, en Edimburgo, y era una vida muy glamurosa
y vistosa. Yo venía de una familia obrera y no quería eso;
no quería ser un personaje, como en la ópera. Quería ser
autora, alguien que dijera algo y en el sorteo me
permitieron hablar y para mí ha sido el orgullo mayor.
Siempre he querido que lo que yo pensara sirviera para algo
y tener un pensamiento que llegase a otra gente.
P.- ¿Y dónde cree que está el secreto de la creación
literaria que tanto ama?
R.- En el estudio, no darse por vencido, ser realista, tener
los pies en el suelo. He visto a tanta gente con talento,
que se les ha ido al universo; por eso, o trabajas,
trabajas, o no consigues nada. Y la vida es justa y te
consigue resultados.
P.- ¿Hay algo con lo que no se atreva Espido Freire?
R.- Me cuesta el guión porque es un lenguaje muy distinto.
Para mí, la historia tiene una parte narrativa y el guión
son escenas, más o menos sueltas, que me cuestan mucho
entender. Temática creo que no, que he llegado a un punto
que puedo hablar casi de todo y me puedo reir de casi de
todo, incluso de mí.
P.- ¿Algún proyecto en mente?
R.- Tengo una empresa desde hace tres años en la que intento
indicar al mundo que la cultura no es un tabú, que no es
para pocos sino para muchos. Ya veremos.
P.- ¿Con qué recuerdo se ha quedado de su visita?
R.- La luz y la sonrisa de algunos niños, que estaban muy
nerviosos. Y los pequeños de síndrome de down. Me quedaré
con la luz de su cielo y el brillo de sus ojos.
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