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sociedad - SÁBADO, 25 DE JULIO DE 2009


la basura en la ladera del ceti. f.raso.

medio ambiente
 

Las laderas del CETI, un foco
de infección y de serio peligro
de incendios en este verano

Los espacios boscosos del monte se convierten en zonas de encuentros sociales esporádicos donde las mujeres se ofrecen como ‘anfitrionas’ a los propios residentes
 

CEUTA
Antonio Gómez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Las visitas de los bomberos a las inmediaciones del CETI para extinguir un par de incendios en las últimas 48 horas ha destapado la imagen de auténticos vertederos en que se han convertido las laderas por donde discurre la carretera de acceso al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes. Basura, desechos múltiples, vegetación salvaje, hojarasca reseca comparten espacios con grupos de subsaharianas que aguardan pacientemente en recovecos boscosos, protegidos del sol, a la oportunidad de ofrecer un servicio social cobrado en metálico o en especie a los propios residentes del Centro ubicado a una decena de metros monte arriba

Los trabajos de limpieza en los montes en previsión de posibles incendios en este verano no han llegado, ni por asomo, a las zonas boscosas de los alrededores del CETI y la carretera que llega hasta el Jaral. Y todo pese a que en las cercanías se encuentra precisamente un centro de estancia de inmigrantes con más de 300 individuos y que linda en las cercanías con viviendas de lujo y chalets y más arriba con el nuevo centro hípico de Ceuta que se encuentra a punto de inaugurarse.

La imagen de los pequeños caminos naturales con los que se logra acceder a la ladera que baja del CETI es bochornosa, dantesca y contraria a las buenas prácticas con la naturaleza. Restos de basura, comidas, plasticos, latas, bolsas... una escombrera manifiesta provocada por las idas y venidas de los residentes del centro de estancia que han hallado en esa zona su lugar de esparcimiento al aire libre alejado de las normas impuestas en el interior del recinto vigilado.

Se trata de un foco claro de infección que comparte espacios con la hojarasca de los eucaliptos caidas y que ha ido cobrando volumen a lo largo de los meses y, por el aparente abandono, de los años.

Hasta la fecha dos incendios han puesto la prueba la capacidad de respuesta de los bomberos y de los sistemas previstos para hacer frente a los incendios en esta temporada en la que Ceuta ya ha sumado, hasta la fecha, tres días continuados de estado de alerta roja por riesgo de incendio forestal.

Los técnicos y profesionales consultados sobre el terreno se espantan, directamente, sobre las consecuencias que pueden acarrear un fuego en esta zona que no pueda ser controlado a tiempo como hasta ahora, donde la suerte y la rapidez de la actuación de los hombres antiincendios han logrado frenar ya dos veces que las llamas fueran más allá de las zonas a las que afectaba.

Pero aún más, pasear para descubrir las esencias de esta zona en concreto produce efectos vomitivos. El hedor dimanante de lo putrefacto; el lixiviado que gana su espacio a base del tiempo en que los restos llevan depositados, configura un escenario entre la tragedia por el daño causado a la naturaleza y el drama que supone el hecho de que las inmigrantes subsaharianas intenten pervivir ganándose la vida a base de encuentros furtivos en los espacios propicios que proporciona la todavía frondosidad de la zona boscosa aledaña al CETI.

Cada mañana, a partir del mediodía, un elenco formado por algo más de una decena de jóvenes baja por las sinuosas pendientes de la ladera hallando el lugar que a cada una le corresponde (de una en una o de dos en dos). Pertrechadas con sus termos de agua, bolsa de plástico con útiles para la ‘higiene’ acuden a ‘sus’ puestos rodeados de la inmundicia de vertidos anteriores donde en los espacios del alrededor se juntan evacuaciones fisiológicas de todo tipo de conductos.

Un escenario donde los eucaliptos se amuerman entre los sonidos de las ‘chicharras’ abrasadas por las altas temperaturas, escondidas entre las ramas calvas (pese a no ser un árbol caducifolio) y testigos exclusivos de los ‘servicios sociales’ furtivos que se producen en ese forzado ecosistema.
 

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