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OPINIÓN - VIERNES, 24 DE JULIO DE 2009

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

En mi casa siempre me decían que, si alguna vez la casa se caía, el único que se salvaba era yo porque nunca estaba en ella. Y en esa afirmación llevaban toda la razón del mundo, pues he hecho por esos mundos de Dios, como se decía antes, más kilómetros que el baúl de la Pique.

A veces, cuando me da por pensar por los lugres que he andado, me echo las manos a la cabeza y me parecen increíbles los kilómetros que me he metido entre pecho y espalda. Quizás sea esa la razón, por la que, en estos momentos, lo que más deseo en el mundo es estar en mí casa junto a los míos rechazando, alguna que otra invitación que tienen a bien hacerme.

Por todo eso no hay nada que me pueda producir el menor asombro, incluidas las cosas que me cuentan y de todas aquellas de la que soy testigo ocular. Tengo más tiros dados que los patitos de la feria.

Pero, sin embargo, hay cosas que me preocupan, y me dan por pensar, debido a esas miles de kilómetros que he hecho por esos mundos. Una de las preocupaciones que más me afectan, en estos momentos, es la cantidad de negros que hay pidiendo por nuestras calles. Que hay más negros que personas vendiendo lotería, ¡que ya es decir!.

Por cierto, antes de que los “buenos” me puedan lanzar sus criticas por llamarles negros y no como la cursilada de llamarles “morenos”. Les llamo negros, porque ese es su color, como hay el color blanco, amarillo o cobrizo. Pero que conste, lo hago sin término peyorativo sino, simple y llanamente, porque ese es el color de su piel. Aclarando que es gerundio.

Bien, me tengo que explicar, para que ustedes entiendan, por qué razón me preocupa la cantidad de negros que hay pidiendo por nuestras calles. No me molesta lo más mínimo que se dediquen a pedir.

Lo que realmente, me preocupa, no se si ustedes se habrán dado cuenta, es que a todas las personas que ya tenemos cierta edad, al dirigirse a nosotros, para pedirnos una limosna, nos dicen “papá”. Y que te llamen “papá” es realmente preocupante tal y como están las cosas. Que, hoy, por menos de nada te piden que te hagas la prueba de paternidad, aunque no hayas visto a la señora en tu vida.

Me siento con tranquilidad, en el sofá, y repaso los lugares por donde he podido estar. Me quedo tranquilo pues jamás, en mí vida, he estado en ningún país africano. O se que lo de “papá”, lo tengo claro es por la edad que tengo. Además, como estoy más seco que un “volao” en tiempo de poniente fuerte, para qué van a querer endosarme un hijo. Eso queda para los ricos, los que tienen algo que soltar, que le salen hijos por todas partes.

Me sereno, quedo tranquilo y por si fuese poco, le digo al negro que me ha llamado “papá”, haciéndome señales de que tiene hambre que se venga que le voy a comprar un bocadillo. Me contesta que de bocadillo nada, que quiere que le dé el dinero.

Mucho “papá”, mucho decirme que tiene hambre y cuando le ofrezco el bocadillo, me dice que no. Me pongo “negro” y me voy.
 

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