Ahora, los vecinos de la barriada Santiago Apóstol disfrutan
de una fiesta que congrega a padres y niños, vecinos y
compañeros de patio. Pero detrás de esta movilización,
detrás de tanta alegría y de todas esas sonrisas se esconde
la directiva de la Asociación de Vecinos, que este año no
solo ha luchado contra los fantasmas del tiempo y la
gigantesca organización, sino también contra la precariedad
económica y es que hasta ayer no habían recibido el dinero
anual de la Ciudad para las actividades de la Asociación.
Han tenido que tirar de chequera, rascar en los ahorros que
provienen de las aportaciones mensuales de los socios. Han
visto pasar el diablo de la bancarrota de soslayo, pero han
combatido con fuerza y con el apoyo de Manolo Suanes que se
asoma estas tardes desde el pretil de su balcón. Otras
barriadas, como la Encrucijada, han corrido peor suerte y
han tenido que quedarse en casa, sin fiesta y sin el
remanente de alegría que aportan los niños para el resto del
verano.
Santiago Apóstol lleva desde el lunes de fiesta y lo estará
durante toda la semana. Más de 150 niños forman la algarabía
en la calle y participan en los concursos preparados para
todas las edades, aunque a veces las madres metan más la
pata de lo que deben, participando a cara descubierta para
que sus hijos logren el primer premio, cuando la esencia de
todo este entramado, es la participación, la convivencia y
el saber perder desde pequeños.
“Queremos mantener nuestras tradiciones”, dice Francisco
Valero, que se ha ayudado de su secretario y de su
vicepresidente para dar forma a una fiesta de las más
enormes en cuanto a barrios se refiere.
El viernes se llevará al Santo por las calles de Santiago
Apostol u O´Donnell (como también se le conoce), el sábado
se hará la entrega de trofeos, y el domingo se coronarán los
actos con la paellá y la merengá de la tarde. “Nuestro
propósito es reunir a los vecinos, que tengamos unas
jornadas de convivencia”, dice Valero. “Está claro que esto
uno lo hace para dar a cambio de nada, es un vicio, algo que
no se puede dejar, a pesar de que a veces cueste más de lo
debido”.
Los barrios se adornan así, para luego lucirlos por toda
Ceuta.
|