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OPINIÓN - LUNES, 20 DE JULIO DE 2009

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Sentido de la realidad
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

La piscina bulle a causa de los manotazos, patadas, saltos y juegos de la gente joven, casi niños y niñas en su totalidad, con fuerte tendencia a saltarse las normas más sencillas del civismo. Los responsables se las ven y se la desean para mantener el orden mientras el cloro inflama los ojos de.la gente de manera espantosa.

Mientras los jóvenes se apropian de todo el recinto acuático, el que contiene agua clorada, los mayores nos dedicamos a observarlos, a leer la prensa matutina, a hablar de temas que nos interesa… hasta formamos una pequeña tertulia en la terraza del bar y en la que el miembro de menos edad no pasaba de los cuarenta para abajo.

Damos por hecho que los jóvenes pasan de la política.

Mientras tomamos unas cervezas heladas en vasos de plásticos, normas del municipio que prohíbe usar cristales en recintos multitudinarios, y picamos unos langostinos con calibre de gambas y unos trozos de ternera con calibre de vaca, charlamos de todo lo que se puede charlar.

Entretanto, el alcalde del pueblo, moldeado de manera unida y convergente, abre la jaula que contenía dos gaviotas y las suelta para darnos una sensación marinera.

En otra mesa, contigua a la nuestra, unos señores abren una tertulia en la que el tema principal es el fútbol. No podían hablar de otra cosa teniendo como tenían al presidente del Real Club Deportivo Español sentado con ellos. Mientras su hermano, el hermano del presidente del segundo club catalán de primera división, mantiene un rifi-rafe a cuenta de la financiación en los despachos del Gobierno autónomo.

Uno de los contertulios me pregunta qué es lo que más me gusta del mar. Le respondo que me gustan los calamares fritos. Mientras, el sol nos hace destilar perlas por cada poro.

Con el cuerpo chorreando de elemento líquido, asumimos el sentido de la realidad y acordamos zambullirnos en el líquido elemento encajonado en un enorme cubo pintado de azul sin el lado superior. A ese cubo lo llamamos piscina.

Una chica exclama glú, glú mientras hunde la cabeza debajo del agua y otra hace flap, flap golpeando la superficie con las manos abiertas y metiéndome miles de microbios por los ojos. El caldo de cultivo en que se ha convertido el agua de la piscina está caliente. Calentísimo.

Refrescado, es un decir, volvemos a nuestra mesa y a nuestra tertulia con nuevas jarras de helada cerveza.

Hablamos, no debatimos, del escaso sentido de la realidad del que adolece el presidente del PP, Mariano Rajoy, con sus declaraciones fuera de contexto. Así y todo, hablamos de Camps, de sus trajes y de las anchoas que nos acaba de servir el solícito camarero.

Uno de los contertulios, un señor con un pie en el ochocentismo, me pregunta que de dónde saca tantos trajes y tantos modelitos la vicepresidenta del Gobierno estatal. Otro grita que duda que pase nada, afirmando que si pasa… ¿qué dirá la chuleta de Cospedal?, apoyada por la impresentable Rita Barberá, la alcaldesa de la ciudad de los murciélagos y las naranjas. Nos pide que a Rajoy no se lo toquen que es cortito y podría volver Aznar.

La rotunda alcaldesa valenciana tiene la desfachatez de comparar un regalo institucional –las anchoas que regala el presidente de Cantabria al presidente del Gobierno español- con un regalo prevaricado, los trajes, de empresas que firman contratos con la Generalitat valenciana.

Se nota, entre otras muchas cosas, la supina ignorancia en el tema de la financiación de la mayoría de los ciudadanos, al menos un alto porcentaje de los reunidos así lo confirma, que creen que 11.000 millones de euros no significan nada. Trato de hacerles entender que ese montante corresponde a una especie de paga extra, que no es el total. Desisto. No lo entienden.

En fin, pasar un rato agradable en la terraza del bar de una instalación acuática no me lo amarga nadie, ni aún metiéndome a Mariano Rajoy de contertulio, menos aún si tengo la sopa de microbios a un paso y la ducha detergente y refrescante a dos pasos.
 

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