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OPINIÓN - LUNES, 20 DE JULIO DE 2009

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Apretarse el cinturón

La crisis económica es un fenómeno global que, por encima de disputas técnicas o partidistas, nos afecta o terminará haciéndolo a todos. Es, además, un acontecimiento de naturaleza relativamente imprevista. Cuando la Ciudad Autónoma elaboró sus Presupuestos Generales para este año los indicadores macroeconómicos que regulan, por ejemplo, las transferencias que se reciben del Estado, entre ellas la mayúscula que corresponde a la compensación por la minoración en la recaudación del IPSI, presentaban unos números que nada tienen que ver con los que se pueden ver hoy en día. Como resultado de ello, del desplome de la economía nacional, acusadísimo a partir del último trimestre del año pasado, cuando la “tormenta tropical”, como describe la situación el consejero de Hacienda, Francisco Márquez, llegó a nuestro país, la Ciudad prevé que este año dejará de ingresar cerca de 18 millones de euros con respecto a lo que tenía previsto. El Gobierno local puso en marcha hace ya meses un Plan de austeridad que, a la vista de la evolución de la situación económica, se ha revelado insuficiente para paliar los efectos de la depresión. Es, por tanto, momento de solidarizarse con la institución que nos representa y asiste a todos y arrimar el hombro. La consejera de Asuntos Sociales se reunirá hoy con un buen número de entidades para pedir que, en atención a la coyuntura local, nacional e internacional, hagan un esfuerzo y reduzcan gastos “no imprescindibles” por el bien general. Es de esperar que su respuesta sea positiva y, sin rigideces, se puedan mantener los servicios que prestan sin mayores alteraciones, pues la vocación solidaria que ampara las ayudas que reciben debe predominar sobre cualquier interés pecuniario. Además, es probable que los funcionarios vean congelados, vía Ley de Presupuestos del Estado, durante los próximos años. Tampoco sería positiva una respuesta agresiva por parte de los representantes de los trabajadores. Deben exigir que, si la situación mejora, se corrijan los recortes, pero no esquivar el bulto en un momento en que miles de personas pierden su trabajo y los empleados públicos lo tienen asegurado.
 

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