Trotamundos, hijo de militar y ama de casa, José María
López Sanfeliu, para todo el mundo Kiko Veneno (Figueras,
Gerona, 1952) nació en Figueras, creció en Cádiz y reside
desde hace muchos años en Sevilla. Ser auténtico, artista
mítico, la semana pasada guardó dos días para disfrutar de
la tranquilidad, el sonido y otras hierbas de Xauen, donde
actuó en el marco del ‘Festival Alegría’. Después de una
noche agitada el poeta callejero dejó sus maletas a un lado
durante cinco minutos para confesar que, en la recta final
previa a la grabación de su decimocuarto trabajo, que
comenzará a grabar esta semana en Sevilla, coqueteaba con
alquilar una casa en el Rif con su troupe y aprovechar la
inspiración de la zona.
Pregunta.- ¿Qué sabor le dejó su primer concierto en Xauen,
que no en Marruecos, país en el que ya ha actuado en varias
ocasiones?
Respuesta.- Muy bueno. La organización aquí pone a la gente
un poco demasiado lejos, pero con el paso del tiempo el
espectáculo fue creciendo con respecto a la participación
del pública. El rollo rockero-rumbero de canciones como ‘Te
echo de menos’ o ‘Volando voy’ les va a los marroquíes.
P.- El espectáculo se hizo un tanto corto. ¿Exigencias
del guión?
R.- El espectáculo estaba limitado por la organización a una
hora, que es lo que hicimos, diez canciones. Ese fue el
único límite que nos pusieron.
P.- ¿Hay que pensarse más cómo organizar un repertorio
para actuar ante un público que no se sabe sus temas de
carrerilla?
R.- No tiene mucho de particular. Hay que buscar la
sonoridad, un hilillo flamenco... Lo normal. Hemos hecho lo
que nos apetecía, sin variaciones.
P.- No habrá sido muy complicado convencerle para ir al
‘Festival Alegría’ de Xauen, ¿verdad?
R.- No. Xauen es una ciudad mágica para mí, muy querida. La
conozco desde hace treinta años y aunque las cosas no
hubiesen estado tan bien organizadas y con tan buen sonido
me hubiera encantado venir igual. Si además el asunto está
tan bien preparado, mejor.
P.- ¿Como evoluciona la preparación de su nuevo trabajo?
R.- Seguimos trabajando en él. Estos días en Xauen nos han
venido genial para profundizar en él. La última idea que se
nos ha ocurrido es venir aquí una semanita, alquilar una
casa y grabar un disco aquí. Sería maravilloso porque esta
ciudad es muy musical, tiene una tranquilidad, unos salones
y un gusto por el sonido que vienen muy bien.
P.- Y unos ‘coffee shops’ estupendos, ¿no?
R.- ¡Mucho mejores que en Amsterdam!. Todo hay que decirlo.
A ver si nos dejamos ya un poquito de química y de tonterías
y volvemos a la tierra, que es donde está el calor de
verdad.
P.- ¿El ‘coffee shop’ inspira letra o música?
R.- Hemos podido estar dos días bebiendo agua y fumando con
la gente de Xauen y eso genera otro rollo. En esta ciudad se
respira tranquilidad, falta de estrés, relajación... No hay
que confundir lo que digo con la indolencia. Estoy hablando
del silencio, de oír a los muacines llamando a la oración...
Nos sentimos como en casa, y muchas veces mejor incluso.
P.- ¿La evolución de su música, después de ‘El hombre
invisible’, sigue caminando hacia el intimismo?
R.- Algunas canciones de ese tono incluiremos en el próximo
disco, del tenor de ‘Dice la gente’, que tocamos en el
concierto.
P.- ¿Tiene ganas de volver a las tiendas de discos con
nuevo material?
R.- Sí. Hace años que no sacamos disco y la gente necesita
material nuevo para reactivar la contratación, que es lo que
a nosotros nos gusta, tocar. Es nuestra necesidad, nuestra
tarjeta de presentación, un desafío, un rollo muy guapo,
pero tampoco tenemos una fecha límite ni presión. Lo único
que sé es que vamos a hacerlo este año.
La vida sin discográfica
P.- ¿Cómo es la vida del artista en solitario, sin una
compañía detrás?
R.- Yo llevo varios años sin compañía y, la verdad, me va
muy bien. Las compañías se convirtieron en un estorbo, que
era lo que nosotros éramos para ellas. El proceso se agudizó
y ahora que se vayan ellas con ‘Operación Triunfo’ y que nos
dejen a nosotros, a los que nos gusta la música hacer
nuestros trabajos autónomamente. La tecnología lo permite y
por ahí seguimos.
P.- ¿Seguirá cambiando el panorama musical a lomos de la
revolución tecnológica, de Internet...? ¿De qué forma?
R.- La música está bajo mínimos. De todas las épocas que yo
he conocido la música está ahora al mismo nivel que a
principios de los sesenta, con grupos muy minoritarios de
público aficionados a la música. Yo a quienes van con la
música a todo volumen en el coche no los considero
verdaderos aficionados. Los respeto, tienen su valor, su
mérito y su rollo, pero no es la música como nosotros lo
entendemos, como un arte abstracto y esencial que comunica
sin palabras y sin posturas previas a los pueblos de la
tierra. Hemos vuelto a la situación de los años sesenta, a
la minoría, pero yo me conformo, minoritario pero de
calidad.
P.- El Betis le habrá dado un buen disgusto este verano.
¿Algún mensaje para alguien?
R.- La gente del Betis estamos acostumbrados a cantar y yo
estoy preparado para bajar a Segunda B si hace falta.
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