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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 15 DE JULIO DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

La envidia es muy dañina
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Varias veces he escrito sobre cómo suelen comportarse los periodistas que llegan a Ceuta. Todos ellos, salvo excepciones, acuden en sus comienzos a visitar al secretario general de Comisiones Obreras para rellenar sus primera páginas.

Esta actitud data de antiguo. De cuando los directores les decían a los recién llegados que en cuanto se vieran apurados los primeros días, por desconocimiento de la ciudad, recurrieran a Juan Luis Aróstegui: porque a éste le gustaba más salir en los medios que a un tonto una tiza. Con lo cual se aseguraban su cupo de información.

A partir de ese momento, los periodistas salen encantados del trato que les dispensa Aróstegui. Y se convierten en defensores a ultranza de quien les convence de que esta ciudad está labrándose su ruina, debido a que los ciudadanos han dado en la funesta manía de no votarle a él.

Los periodistas, no todos, se consideran de izquierda; por edad y por llevarle la contraria, sobre todo en los últimos años, al Gobierno presidido por Juan Vivas. Del que abominan a cada paso y encima despotrican de los medios escritos que les pagan. A los que consideran ejemplares tergiversadores de la verdad. Y aduladores constantes del presidente de la Ciudad. De modo que terminan casi todos haciendo muy buenas migas con los políticos de la oposición.

Pasado el tiempo, algunos de esos periodistas se marchan de la ciudad. Otros cambian de medios. Y además se dedican a escribir artículos contra el gobierno local, en algún diario digital cuyo editor trata de conseguir una subvención municipal acorde con sus deseos. Y lo hacen gratis. Por amor al arte de escribir contra Vivas y Gordillo. Que, según ellos, les producen hastío.

En realidad, a los artículos de tales periodistas nadie les presta la menor atención. Aunque es verdad que entre ellos se aplauden su creatividad e imaginación y se dedican piropos, mediante mensajes que son tan cálidos como noches de verano sureñas. Se les nota, además, que pertenecen a una tribu que se siente infravalorada.

Muchos de ellos, repito que hay excepciones, no cesan de hablar mal de los gobernantes, porque saben sobradamente que esa constancia puede que les reporte el beneficio de acceder a un empleo municipal, tan bien pagado como cómodo. Y algunos lo consiguen. Hay ejemplos evidentes. Espejos en los que se miran muchos de los periodistas que van llegando a esta tierra.

Quienes lo consiguen, aunque sea de forma indirecta, es decir, trabajando para dos televisiones distintas pero que están manejadas por el mismo individuo, dejan de escribir inmediatamente contra Vivas y Gordillo. Y hasta piden encarecidamente al editor del diario digital en el cual venían depositando su bilis, que elimine los artículos escritos por ellos. Penitencia exigible por el poder.

Días atrás, el individuo que maneja dos televisiones, ha contado su vida laboral y ha dicho que los medios escritos carecen de lo más elemental.

A semejante individuo, que habla con tanta propiedad, habrá que invitarle a una celebración pasado el verano. Sin derecho a soponcio. Por si acaso. Y es que la envidia suele ser un sentimiento de tristeza y de mucha irritación por lo que uno jamás podrá tener. Y, por tanto, es dañina hasta extremos insospechados.
 

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