Nada menos que en once ocasiones
han tenido que subir los bomberos a la zona del Recinto para
sofocar los incendios provocados en la zona del acantilado
próximo a la barriada. Las salidas de los agentes del
Servicio de Extinción para trabajar en esa zona en
particular se han multiplicado en los últimos dos días
sospechosamente y se han producido ya las primeras críticas
de los abnegados bomberos por el peligro evidente que supone
el trabajo permanente en esa escarpada zona de la ciudad.
Aún así ellos apenas se quejan y acuden a donde haga falta
aunque en este caso los incendios sean permanente
provocados.
O son gamberros peligrosos, algo que ya investiga el Cuerpo
Nacional de Policía, o son vecinos enfadados (también se
investiga este caso) como ha apuntado como hipótesis el
presidente de la barriada, José María Romero. El
representante de Recinto Sur asegura que el vecindario “está
harto de ver convertido el acantalido en un vacie que nadie
limpia”, ha dicho al tiempo que ha afirmado que desde hace
25 años no se adecente ese espacio natural de la ciudad, lo
que en verano provoca olores y presencia de ratas. Quizá,
sólo quizá y como medida de protesta extrema -razonó el
presidente de los vecinos del Recinto- alguien se esté
dedicando a quemar los matorrales continuamente.
En cualquier caso el fuego y el sol del verano son elementos
peligrosamente simbióticos, como lo será también el otoño y
el invierno con la gripe estacional y la pandémica. Los
expertos consultados alertan de que ésta llegara a la ciudad
autónoma por lo que las medidas han de dejarse bien tomadas
y coordinadas para atender a la población de riesgo ceutí.
Auguran un invierno duro de bajas laborales y estudiantiles
a consecuencia de la pandemia de la que -dicen- Ceuta no se
salvará. Menester pues que las autoridades sanitarias se
encuentren perfectamente pertrechadas para la población
demandante de medidas contravirales.
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