LUNES. 6
El domingo estuve en la playa de la Rivera. Y allí estaba
Pepe Sillero. Así que nos pusimos a charlar en cuanto
nos vimos. Pepe y yo nos conocemos hace ya la tira de año. Y
nos ha ocurrido algo que solemos recordar con satisfacción:
nuestras relaciones comenzaron siendo dubitativas, algo
frías y con apariencia de quedarse estancadas. Pero, casi
sin darnos cuenta, fueron progresando de modo que un día nos
percatamos de que nos agrada sobremanera conversar en cuanto
tenemos la ocasión de hacerlo. Que son menos veces de las
que deseamos. En esta ocasión, lo primero que hicimos fue
recordar a Emilio Lamorena: el mejor amigo de Pepe.
Que es, además, el que se encarga de guardarle ‘El Pueblo de
Ceuta’ cada día y en cuanto puede allá que se lleva los
periódicos reunidos al lugar donde Emilio vive temporadas
mirando a su nieto con embelesamiento. Y es que los dos,
Pepe y Emilio, son lectores nuestros. Lo que yo no sabía es
que Sillero se había convertido en un lector de los que
devoran libros. Me ha contado que los lee con fruición. Y,
claro, lo siguiente ha sido recomendarnos títulos. Y es que
leer es un placer. Hasta el punto de hacerle decir a
Montesquieu que nunca había tenido un disgusto que una
hora de lectura no le hubiera quitado.
MARTES. 7
Pedro Gordillo me presenta a Rafael Jiménez Gámez,
que fue alumno suyo. Y que ahora es profesor en la Facultad
de Ciencias de la Educación. Departamento de Didáctica, en
la Universidad de Cádiz. Rafael es nacido en Ceuta. Y viene
a veces a darse un garbeo por su tierra. Dice que fue lector
mío, durante una temporada, y me recuerda cuando Pedro, su
amigo, no salía bien parado en algunos de mis artículos. Y a
mí se me ocurre responderle que en cualquier momento puedo
volver a zurrarle la badana al vicepresidente de la Ciudad.
Y Gordillo se toma a risa mi contestación. Jiménez Gámez
confiesa haber sido un comunista convencido y manifiesta su
escasa o nula simpatía por Felipe González y
Alfonso Guerra. Cuando le pido su opinión acerca de
Gordillo, a quien debe conocer muy bien, no duda en tacharlo
de apasionado y de ser muy amigo de sus amigos. Aunque bien
pronto destaca que a Pedro le juegan malas pasadas, a veces,
su vehemencia y cabezonería. Cuando me despido de Jiménez
Gámez, va y me dice que a partir de ahora volverá a leerme
todos los días. Pero a mí me da en las pituitarias que nunca
ha dejado de leerme.
MIÉRCOLES. 8
Beatriz Lamenca se me declaró un día lectora de ‘El
oasis’. Sucedió cuando ni siquiera yo sabía que era una
artista del daguerrotipo. Y a partir de ese momento, Beatriz
y yo en cuanto nos vemos echamos la parrafada sobre lo que
se encarte. En esta ocasión, le digo que muchas veces me
entretengo en mirar las fotos que contiene el catálogo que
me regaló en septiembre de 2007. Cuyo título es ‘Habana
Trinidad 2003’. Y le hablo de las fotografías en blanco y
negro de una Cuba de la que tantas veces se ha dicho que es
Cádiz con más negritos. Y le cuento que veo reflejados en
ellas todo el sentimiento y la pasión de una mujer que trata
siempre de inmortalizar las cosas como la perciben sus ojos.
Y es entonces, tras darme las gracias, cuando Beatriz me
cuenta que su nuevo trabajo sobre Ceuta se está demorando. Y
el motivo es porque, tratándose de su tierra, nunca está
conforme con las imágenes que consigue. Lo cual me induce a
pensar que mi amiga es esclava de la perfección. Y esa forma
de ser, tan dada a mejorar todo cuanto se hace, termina por
ser un problema en todos los sentidos. En fin, esperemos que
Lamenca se decida a editar cuanto antes su nuevo catálogo.
Que no dejará de ser otra obra magnífica y valorada.
JUEVES. 9
Noche espléndida la vivida en El Parque Marítimo del
Mediterráneo. La fiesta celebrada, con motivo del 60
aniversario de ‘Chocrón Joyeros’, fue un éxito. En todos los
aspectos. Gloria, mi mujer, y yo pudimos saludar a
conocidos a los que hacía mucho tiempo que no veíamos.
Aunque gran parte de la noche nos la pasamos conversando con
Alberto Gallardo y Luz Marina, su mujer.
Propietarios de ‘La Dehesa’. La verdad es que disfrutamos
del momento. Luego, en uno de los paseos por el
extraordinario recinto, nos topamos con Clemente Cerdeira
y Charo, su mujer. Y allá que nos metimos en
conversación sin caer en la cuenta de que el reloj corría a
paso de legionario. Y es que hablar con Charo y Clemente es
siempre muy gratificante. A Clemente, cada vez que tengo la
oportunidad, le recuerdo que una vez, de hace muchos años,
se portó conmigo de una manera que jamás he olvidado. De la
manera que suelen portarse los hombres de verdad y los
profesionales íntegros. Y él, que se acuerda de aquella
época, me responde que no eran amigos, precisamente, quienes
trataban por todos los medios de noquearme. Y lleva razón.
Pero aquí estamos sin mirar hacia atrás con ningún tipo de
rencor. Y dispuesto, desde luego, a pegar la hebra con Charo
y Clemente cada dos por tres.
VIERNES. 10
El día 4, de este mes, coincidí con Luz Elena Sanin
en el atrio de la iglesia Nuestra Señora de África. Y le
dije que estaba deseando entrevistarla. Quedamos, después de
gastarnos las bromas de rigor, en vernos para acordar la
fecha en la que poder sentarnos frente a frente con la
grabadora entre los dos. Y se me ocurrió decirle que lo
mejor sería aprovechar la cita que ambos teníamos en El
Parque Marítimo del Mediterráneo. Pues entraba en nuestros
planes acudir a la celebración del 60 aniversario de
‘Chocrón Joyeros’. Pero mi gozo en un pozo. Ya que no vi a
la senadora por ningún sitio. Hoy, al preguntarle si había
estado en la fiesta, me responde que no. Que le hubiera
gustado muchísimo asistir. Pero que no había sido invitada.
Y le contesto que me resulta extraño lo que me está
contando. En fin, que mi estimada Luz Elena se vio privada,
seguramente por error, de pasar una velada extraordinaria.
Eso sí, ya hemos decidido la fecha en la que nuestra
parlamentaria se someterá a las treinta preguntas que le
tengo preparadas.
SÁBADO. 11
Paseo a esa hora vaga de mediodía por la calle González de
la Vega. Que está de dulce. Y me doy de bruces con
Francisco Gallardo Martín ‘Quico’. Y lo primero que me
dice es que lo siga para que vea la nueva tienda que ha
abierto. Y que hace la número siete. O sea, que el popular
Quico ya ha superado la media docena de tiendas abiertas. Al
frente de la última está Pepe Muñoz. Quien se encarga
de enseñarme las dos plantas. Una está repleta de trajes
nupciales y de ceremonias. Y la otra está llena de lo que
ellos llaman ropas de multimarcas. A Quico, de quien ya
hablé recientemente en otra miscelánea dominical, hay que
agradecerle el valor que demuestra en los negocios. Sobre
todo si nos atenemos a los tiempos que corren. Tiempos de
crisis donde hay que atarse bien los machos antes de tomar
decisiones de semejante tipo. Pero está visto que nuestro
amigo es de los que han nacido con agallas suficiente para
no arredrarse ante los inconvenientes. En fin, sólo me queda
desearle mucha suerte. Y a ver si un día consigo yo
convencerle para que se dé una vuelta por la redacción de
esta Casa, para presentarle al encargado de nuestra sección
de publicidad. Bromas aparte: lo de Quico es para quitarse
el sombrero.
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