Si hay un momento en el año en que los abuelos brillan con
luz propia, no hay ninguna duda de que es cuando empiezan
las vacaciones escolares.
Si la figura de los abuelos es importante en la vida de una
persona, hasta el punto de que el niño que se cría sin
ellos, por un motivo u otro, parece como si se saltara un
paso en su etapa evolutiva, es en esta época estival cuando
su presencia se hace imprescindible.
Empecemos por la economía.
¿Se imaginan ustedes lo que supondría para algunas familias
que uno de los padres no pudiera trabajar durante tres meses
para hacerse cargo de sus hijos pequeños? Y no poder
trabajar durante tres meses significa no poder trabajar
nunca porque a ver quién diseña un trabajo a medida del
curso escolar, a no ser que seas maestro. Poro todo el mundo
no lo es, es obvio.
Seguimos con el terreno profesional.
¿Qué grado de frustración puede llegar a tener una persona
en el aspecto laboral si ve que en el momento en que puede
mejorar en su trabajo tiene que dar un parón importante para
cuidad a sus hijos?
Por lo general suelen coincidir en el tiempo ambos eventos.
También la reinserción, cuando pasa este periodo, suele
suponer una falta de reciclaje y no estar a la altura del
resto de compañeros.
Continuamos con la discriminación.
Nos pongamos como nos pongamos, lo mencionado más arriba lo
“sufren” más las mujeres que los hombres.
En la mayoría de los casos es a ellas a las que les toca
dejar su trabajo, lidiar con la merma de ingresos
económicos, perder oportunidades laborales, etc. etc.
Otra cuestión a tener en cuenta es que, aunque ninguno de
los padres deje su trabajo y paguen a una tercera persona
por el cuidado de los menores, se trata de un gasto
importante y que en la economía de algunos hogares significa
la diferencia entre vivir con lo justo o tener un pequeño
desahogo que, por lo general, se destina al ocio.
Toda esta relación de cosas importantes de nuestra vida y en
la que tanta significación tienen los abuelos, están
detalladas pensando únicamente en el punto de vista de los
padres.
Pero, ¿y los abuelos? ¿Qué tienen que decir de todo esto? Y
si lo dicen, ¿se les tiene en cuenta? ¿O los hijos, a los
que tienen que cuidar sus hijos, los ignoran e incluso
algunas veces se enfadan con ellos?
¿Se negocia con los abuelos la delicada situación por la que
les hacen pasar sus hijos, casi sin darle importancia?
Porque otra cuestión peliaguda es la responsabilidad.
Estamos tan acostumbrados a esta realidad que no somos
conscientes de la presión a la que sometemos a nuestros
padres y de lo airosos que salen ellos de la prueba.
Tampoco se tiene demasiado en cuenta que son aún jóvenes
para disfrutar de muchas cosas que en su juventud no
tuvieron por ser otros tiempos, o no pudieron porque ellos a
su vez también trabajaban y tenían hijos y no disponían de
tanta ayuda como ahora ellos ofrecen.
Por eso, considero importante llegar a un acuerdo entre
todos, pero, sobre todo, que se les valore como se merecen y
que, en la mayoría de los casos, bien sin querer o bien
porque cuando ejercemos de hijos somos un poco egoístas, no
lo hacemos.
Creo que existe un Día de los Abuelos pero, con la mano en
el corazón, se han quedado cortos.
Les dedico toda una estación: la más bonita del año.
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