Tere, naciste en PUENTE GENIL el año 1937. Comenzó tu vida,
rimando con el año, en el mes que los romanos recordaban al
dios Jano, que presidía el comienzo de cualquier gran
empresa.
Para tu pueblo, fue un regalo de Dios el enviarte para que
abrieras los ojos, por primera vez, en esa entrañable tierra
cordobesa y, que Jano eligiera tu nacimiento en el mes de
sus preferencias, porque presagiaba que el Todopoderoso te
adornaría de innumerables virtudes.
Yo, que nací, también el mes preferido de jano, creí al
conocerte en sueños, que poseías todas las virtudes
presagiadas por el dios romano, y a ti dirigí mi empeño de
unir mi destino, atraido por dus dones. Pegué a tu puerta
con timidez, porque tenía miedo de romper tanta grandeza y
equilibrio. Comprobé que poseías santidad, bondad, honradez,
moralidad, prudencia, justicia, fortaleza, paciencia,
entereza, moderación, paz, fe, esperanza, caridad, amor
humanidad, altruismo, honradez, simpatía, gracia, dulzura y
belleza.
Lo único, que no acertó Jano, fue en la cantidad. El medidor
lo tuvo desarreglado, o, quizás, haya sido que tu formación
religiosa ayudó a superarla. De todas maneras debían de
haberse equilibrado más tus posesiones, reduciendo, un
poquito más, la dulzura de tu alma y fortaleciendo las
carencias físicas de tu noble corazón.
Me diste a lo largo de nuestra vida una perenne lección de
ejemplaridad y me hiciste inmensamente feliz. Fuiste el
bálsamo que sosegaba mi espíritu. Te he querido , te quiero
y te querré siempre. Me acompañarás por todos sitios. No
olvidaré nuestros últimos días, que llenaste de paz y
alegría mi corazón. ¡Qué audacia tenías para contribuir al
engaño! te morías a chorro y sacabas fuerzas de flaquezas
para hacerme creer que no pasaba nada. ¡Y pasaron tantas
cosas!
Te fuiste en silencio, sin ruido, con la paz de los santos.
No quise verte en tu sueño eterno. Quiero recordarte con tu
sonrisa, con tu mirada dulce, con tus mejillas de color
fresa, con tus manos entre las mías y con tus labios pegados
a mi boca. ¡fue tan feliz en los últimos días de tu vida!
que este recuerdo espoleará mi existencia.
¿Qué voy a contarte de los que te conocieron?
No encuentro palabras adecuadas para reflejar el sentimiento
hacia ti de los que te conocieron
¡Fuiste Tere, una mujer irrepetible!.
¡Gracias, por la felicidad que me diste!
¡Tengo que aprender a vivir, si puedo, de otra manera!
Te veré, todos los días, en el cielo, porque mis ojos, sin
querer, mirarán hacia arriba, buscando la luz que alumbre mi
alma. Y me enseñarás a vivir mi nueva vida. Ya tengo mi
virgen particular para que me ayude. A ti dirigiré mis
rezos, porque mejor mediadora y abogada no encontraré.
¡Y se me olvidaba! ¡Qué gran embajadora fuiste de tu pueblo!
Tus cenizas estarán cerca de nosotros, en lugares sagrados,
que hubieras elegido en vida, la mitad en tu querido pueblo
y la otra en tu amada Ceuta. Las de aquí, están depositadas
en el Columbario de Santa María de África, en el número uno
de la cripta de la Iglesia, en la loseta primera de la parte
superior izquierda de la figura de nuestra excelsa Patrona.
Me has donado un título que nunca hubiera querido tener.
Ahora, que lo tengo es el más sublime que puedo ostentar,
porque sentiré la dicha de presumir ¡QUE YO ERA EL MARIDO DE
TERE!
¡Cuánto me diste! ¿Cómo pudo ser tanto con tu corazón
cansado?
Tu testimonio de vida me dará fuerzas para suplir tu
ausencia, y cuando escuches mis plegarias, sonríete, como
siempre lo hiciste, que me harás el más feliz de los
mortales. ¡Hasta pronto!
FINIS CORONAT OPUS
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