De libres nada. Ya me gustaría que
la libertad pudiese ser libertada y liberada. Que no hubiese
muros. Cada día se alzan más barreras de separación humana.
Hay que desmantelar todas las prisiones humanas, las del
poder por el poder las primeras. Libertad de movimientos
para desplazados. Justicia para los delincuentes pero jamás
exclusión, sean nacionales o extranjeros. Justicia
rehabilitadora y de reinserción social. Que se arraigue y
enraíce la liberación en las costumbres del pueblo. Libertad
para formarse. Libertad para nutrirse. Libertad para el
acceso a la atención sanitaria. Libertad para ser lo que uno
quiera ser. Libertad para arrimar el hombro. Libertad para
creer y crear. Fuera coacciones.
De justos menos. Empecemos por casa. España, por ejemplo,
acumula 600.000 viviendas de más, mientras otra parte de la
ciudadanía, los excluidos del sistema, carecen de techo o
viven en condiciones infrahumanas. Lo malo es que no vamos a
levantar cabeza ni en 2010, a tenor de las previsiones del
Fondo Monetario Internacional. Somos el único país que no
mejora sus perspectivas. Difícil lo tenemos para subir la
escalera del bienestar. Por lo menos, para tomar aliento,
una solución podría ser que aquellos políticos corruptos
devolvieran lo que han robado y que las arcas del ahorro
institucional prevalecieran sobre las arcas del derroche. El
paro no hay quien lo pare aunque nos digan lo contrario.
Pero tampoco hay quien pare el excesivo coste de la clase
política, que gasta y no se desgasta.
Volvamos al mundo. Si en verdad queremos una globalización
equitativa, la justicia social debe gobernar todas las
atmósferas. Menos palabras y más hechos. Tome plaza la
ecuanimidad para abolir esa pobreza extrema. Por imperativo
ético hay que cambiar actitudes. Que los ricos abracen a los
pobres. Que los pobres se sientan abrazados por los ricos.
Que se abran todas las puertas por igual. Que por igual el
sol amanezca para todos. Que ningún ser humano pueda comprar
a nadie ni tenga que venderse. Todo esto es tan justo como
preciso.
La apuesta salvavidas no es otra que todos con todos. Una
visión compartida del mundo, democrática, de libre comercio,
abierta al exterior y humana, responsable y partidaria de
las soluciones no conflictivas. Teniendo en cuenta este aval
de luz, rubriquemos la preferencia: Antes que el político
que sabe lo que es justo, prioricemos el fichaje en el
político que ama lo justo. Y luego, pongamos control de
preeminencia en la cúspide: Que el poder detenga al poder.
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