Tras la decisión del Gobierno son muchos los ciudadanos que
estarán de acuerdo con la propuesta de cierre definitivo de
la Central de Garoña en el 2013. Solos los extremistas de
una y otra tendencia podrán su grito en el cielo.
Los pronucleares, entre los que parece encontrarse el PP o
por lo menos su “líder”, les parecerá un plazo muy corto y
desearían que se prolongase el funcionamiento hasta el 2019
o más allá sin meditar en que esta central, la segunda más
antigua de Europa ya ha cumplido satisfactoriamente su vida
útil y solo el hecho de que todavía está cargada de
combustible y es seguro su funcionamiento durante un breve
periodo adicional sin grandes inversiones en seguridad puede
permitir su funcionamiento dos años por encima de sus cierre
programado en 2011.
Por su lado los antinucleares, con los que el PSOE en
principio está más de acuerdo, pensaran que se debía cerrar
de inmediato sin atender a las razones de utilidad pública
que esa energía puede todavía satisfacer, mientras se
desarrollan todas las potencialidades de las energía
alternativas, en las que el Gobierno ha puesto y pondrá todo
su interés como así lo tiene comprometido en su programa y
es repetidamente reiterado por José Luis Rodríguez Zapatero.
Personalmente creo que la energía nuclear de fisión ha
cumplido ya su ciclo. De todas las centrales nucleares
existentes en el mundo solo la pequeña central de Oldbury
supera los 40 años de funcionamiento y tiene ya programado
su cierre para 2011. En Europa llegaron a existir 177
centrales en 1988, hoy solo quedan 146 y cuando lleguemos a
2025 se abran clausurado unas 60, la tercera parte de las
construidas. Solo Finlandia entre los países occidentales ha
emprendido la construcción de una central nueva y aunque el
proyecto inicial iba a costar 3.000 millones de euros, ya
van por 7.000 millones y sin visos de que la cosa quede ahí.
Un caso similar ocurre con Estados Unidos que con Bush
programó 18.500 millones en avales que no han sido
utilizados por falta de proyectos. Parece claro que esa
energía ya no tiene un futuro claro. Puede que la energía
nuclear de fusión sea una esperanza aunque por ahora todavía
se encuentre en una fase experimental muy incipiente.
Parece pues que son las energías renovables ya consolidadas,
eólica y solar, la única apuesta de presente que tiene visos
de solucionar los problemas del suministro energético
sostenible y compatible con las reducciones de gases de
invernadero, y hacer frente así al calentamiento global y el
consecuente cambio climático.
Es pues muy razonable que el Gobierno hay programado el
cierre de Garoña, dándose un plazo prudencial para que
siendo ese cierre irreversible, permita preparar una
alternativa industrial para que no solo no peligre ningún
puesto de trabajo sino que incremente el desarrollo
socio-económico de la región. Empleos directos ligados a la
Central de Garoña que en todo caso estarían garantizados
hasta 2013 y extenderán su cobertura otros siete años,
mientras se procede al desmantelamiento de la planta
nuclear. El Partido Socialista no podía mostrarse insensible
ante las justas demandas de la población de la región. Por
cierto alarmadas infudadamente por lo que casi siempre
supone para el empleo la palabra cierre y que en este caso
no debiera ser tan alarmante. Por una razón evidente y que
da una gran parte de razón a los ecologistas. La energía
nuclear de fisión no solo es cara y problemática mientras se
utiliza sino que su desmantelamiento es tanto o más costosa
y difícil de gestionar.
Hay muchos argumentos más a favor de este cierre programado
para 2013 pero creo que con los aportados se puede ver
claramente que la decisión del Gobierno del cierre de Garoña
es razonable, equilibrada y acorde con el Programa Electoral
del PSOE apoyado por más de 11 millones de votantes en las
elecciones generales de 2008.
* Secretario de Innovación y Nuevas tecnologías
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