Una mano por si sola es suficiente
para matar; sin embargo, necesitamos muchas manos para la
paz, para poder vivir la vida con todas las posibilidades
que la existencia por si misma nos brinda. Es la vida la que
da vida. Un buen menú a base de justicia que dignifique a
toda persona, confeccionado por diversos tactos, ayuda a que
la digestión del mundo sea más llevadera. A veces cuesta ver
lo que se ve. El mundo tiene un problema de salud serio. Y,
en ocasiones, no es fácil digerir el parte de muertes que a
diario te ofrece don aire desde el dintel del tiempo. Hay
riesgo de catástrofes por doquier rincón, de tragedia
climática o de dramas humanos. Falta ese fuego lento de amor
para que los días servidos por el ser humano, dejen de ser
crudos y duros.
Sería saludable, sin lugar a dudas, poner en los caminos la
“plática de los dones” de la inimitable poeta de vida,
Gloria Fuertes, porque ciertamente: sensibilidad,
inteligencia y fe, son un don a cultivar para cautivarse de
humanidad. Con ellos es como si tuviéramos tres cajones
repletos de víveres. He aquí su receta para un buen
refrigerio humano: “Usar nuestros gratuitos dones
gratuitamente/ con los demás, / hacer con nuestra
sensibilidad/ licor para embriagar, / hacer convivencia; con
nuestra inteligencia, / hasta que a fuerza de no usar la
fuerza/ contagiemos la fe”. Ella, la poeta de amor en pecho,
que se manifestaba en poesía para tardar menos en decirnos
más, acentúo el deseo y puso la energía poética, tanto en
defender a los explotados como en curar el egoísmo de los
explotadores.
De igual modo, en cualquier menú de vida, que se precie de
serlo como savia, hay que poner manos de diálogo para todo,
para la crisis financiera mundial que nos exige muchas
manos, sobre todo para repensar los planteamientos actuales
del desarrollo internacional. Una esfera que reviste
especial importancia para el continente africano con la
integración regional como medio para superar las carencias
estructurales. En África muchos opinan que la restricción
del desplazamiento transfronterizo de trabajadores es uno de
los factores que más dificultan esa integración. También la
Europa unida ha de unirse mucho más, si en verdad se quieren
coordinar las políticas nacionales frente a unos déficits
presupuestarios que se han disparado debido a los esfuerzos
de los países miembros por impulsar el crecimiento y
mantener a flote los bancos. En todos los continentes, en
suma, haría falta un menú de vida para salvar vidas,
mientras se buscan soluciones para la tormenta de crisis que
inunda el planetario.
Urge tomar la vida como valor y no debe afectarle peligro
alguno. Es una aspiración y como tal no cabe renunciar a
nada. Considero, pues, importante promover una conciencia
renovada del valor inestimable de la vida y un compromiso
cada vez más valiente por la defensa de los derechos humanos
y la superación de todo tipo de abuso. Hay problemas
globales en el mundo que perduran, el tráfico sexual es uno
de ellos; lo que implica violencias sistemáticas, torturas y
avasallamiento, drogas… La lucha contra la esclavitud sexual
en el sureste asiático, donde cada año unas 200.000 mujeres
se convierten en nueva mercancía, sigue estrellándose contra
el muro de la corrupción y la multimillonaria industria de
la prostitución, denuncian organizaciones de derechos
humanos. Igual sucede con el negocio de las drogas o con los
pistoleros a sueldo que cada día abundan más. No basta con
decir no a las drogas también hay que decir no a la
delincuencia. En el menú de vida, tan importante es la salud
como la seguridad de la persona.
Personas que han de saber vivir hacia dentro para emprender
el camino hacia fuera. “Yo era feliz cuando era niña, /
cuando llevaba los zapatos rotos/ y el corazón entero. /
Después… ya todo roto” –dijo Gloria Fuertes. ¿Por qué ahora
ese desvelo por la fama a cualquier precio? ¿Qué importa el
nombre, con sus títulos y honores, si al final yace muerto
el hombre? El caso reciente del artista Michael Joseph
Jackson, al parecer tenía roto hace tiempo el corazón. En su
menú de vida hubo una infancia truncada, extrañas vidas
amorosas, deseos mutantes hacia su cuerpo, escándalos y
notoriedad, aureolas y oscuridades. ¿En verdad fue libre o
fue víctima de su propio endiosamiento? La vida hay que
saberla digerir para que el menú no se nos atragante. No
vaya a sucedernos lo que al cuento… de érase una vez….el ser
humano, que de tanto encumbrarse cavó su propia tumba.
Es muy importante, pues, que en el menú de vida, de nuestra
propia vida, pongamos más corazón que cuerpo, más poesía que
poder, menos humos y más pensamientos. La vulgaridad
indigesta. El endiosamiento repugna. El sembrar terror
asquea. Los que mercadean vidas humanas irritan a las
piedras. Así el mundo, el propio hombre, percibe una
sensación de malestar como nunca. Hemos puesto el pie en la
luna, pero todavía no hemos puesto el corazón en la vida,
para que el menú resucite la voz ronca de los poetas; y
retorne el reencuentro, reilusionándonos, rehabilitándonos,
reimplantando una nueva estética, capaz de hacernos grandes
en libertad y de rehacernos, al menos, siendo una lección de
algo.
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