Los más de 35 grados de temperatura no han sido impedimento.
Melilla, un año más -y ya van cinco-, se ha volcado con uno
de los eventos más esperados de cada verano. Las calles y
plazas de El Pueblo se han llenado de puestos artesanos, de
productos típicos, de música y personajes de otros tiempos.
El primer fin de semana del mes de julio Melilla se
transforma. Y lo hace ya desde hace cinco años. Como prueba
sólo hay que pasear por Melilla La Vieja, por El Pueblo,
para ver cómo cientos, quizás miles de melillenses recorren
sus estrechas callejuelas y amplias plazas para ver, una vez
más, el Mercado Medieval.
Es en estos días cuando Melilla retorna a la Edad Media, a
la época del feudalismo, de los caballeros, del vasallaje y
de las cruzadas. Una época que fielmente se representa en el
incomparable marco de la ciudad antigua que, engalanada con
banderines y estandartes, recupera un ambiente único de
espectáculo, artesanía y oficios prácticamente desaparecidos
con el que disfrutan niños, jóvenes, adultos y mayores.
Hay puestos para todos los gustos: golosinas artesanas,
embutidos, quesos, juguetes de madera, dulces, conservas,
encurtidos, esencias, joyas, hierbas aromáticas, infusiones,
figuras de madera talladas...
Todo un mundo de olores, colores y sabores que resultan ser
la mezcla perfecta con la que los melillenses han decidido
dejar a un lado los más de 35 grados de temperatura para
disfrutar del Mercado Medieval.
De hecho, hasta los más pequeños no quieren pasar la
oportunidad de acercarse hasta Melilla La Vieja para
adentrarse, quizás más si cabe, en la Historia. Pero lo
tienen fácil, ya que este año la organización ha dispuesto
de burritos, balancines y hasta una noria para el disfrute
de los niños melillenses. El Mercado Medieval está pensado
para un público de todas las edades.
Sólo los más osados deciden visitar El Pueblo por la mañana,
pero son una minoría. No en vano, lo mejor, el auténtico
espectáculo llega cerca de la noche, cuando la música de
gaitas y tambores copan las calles de Melilla La Vieja para
adentrarse en el Medioevo de la mano de la música de aquel
entonces.
Y es que es a partir de la noche cuando se suceden las
actuaciones musicales, los pasacalles acompañados de un
encantador de serpientes y de saltimbanquis que acercan a
los melillenses al periodo de 1000 años de Historia europea
entre el 500 y el 1500 d.C.
Entre tanto, nada mejor que acercarse hasta algunos de los
varios puestos de comida para disfrutar de un tentempié,
bien sea carne a la brasa, empanada para todos los gustos y
sabores, morcillas o quesos, ricos sabores con los que
esperar a las doce de la noche, la hora mágica del Mercado
Medieval.
Es en la oscuridad de la noche cuando la mitología popular
gallega hace acto de presencia en Melilla La Vieja, cuando
el olor a cera quemada inunda las calles de la parte más
antigua de la ciudad. Se acerca la procesión de las ánimas:
la Santa Compaña.
La comitiva de almas en pena, que forma dos hileras, viste
con túnicas negras con capucha y lleva velas encendidas,
realiza, además, un espectáculo de fuegos que no deja a
nadie impasible, bien sean niños o adultos.
Pero, como la Santa Compaña, todo pasa. Así, Melilla dirá
hoy 'hasta pronto' al Mercado Medieval, una cita que ya es
ineludible en el verano melillense, un evento en el que poco
importa si hace calor o si hace viento, porque los
melillenses, como ocurre desde hace un lustro, se vuelcan y
llenan Melilla La Vieja.
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