Mi ausencia, en pos del reparador
descanso veraniego, me impide profundizar en detalle, pero
quien tuvo retuvo y unos buenos contactos junto con unas
alforjas repletas sirven para la ocasión. Dejé Marruecos
hace unos diez días y mis sentidos aun recuerdan, con
viveza, el olor del zoco y el sabor de las calles, mientras
que en el cuadernillo quedan impresas de forma indeleble mis
últimas anotaciones de campo. El lunes solía ser mi día de
asueto, pero un inoportuno tropezón de mi yegua impidió que
esta columna se publicara el pasado martes. Hay pues que
recuperar máxime cuando mañana día 30, estimados lectores,
esta columna abandonará su sitio acostumbrado pasando a
engrosar las pequeñas historias de este medio, El Pueblo de
Ceuta, del que también me despido sin mirar atrás.
Volviendo a Marruecos, como en casi todos los países las
elecciones municipales (“comunales” para nuestros vecinos
del sur) concentran voluntades en torno a caras conocidas,
en las que prima más el rostro que la ideología aunque, con
todo, el poderoso caballero del que escribía Quevedo acabe
en demasiados casos llevando la voz cantante. Finalmente, el
poderoso tractor del PAM parece que controla el consejo
principal de la villa de Tánger (no así los consejos
locales), pero en el resto del norte y en las principales
ciudades del país los islamistas parlamentarios del PJD se
han hecho fuertes, consolidando mal que a muchos les pese su
voto urbano. Desde hoy hay alcaldes del PJD en Malalién,
Tetuán, Ben Karrich, Xauen, Larache y Alcazarquivir; en
Martil el PJD alcanzó la vicepresidencia primera con
Abdelhalak Benaboud (Achboun ha sido derrotado, quedando la
alcaldía en manos de Alí Amniuel, del Partido Marroquí
Liberal), así como en Castillejos. En Tetuán, a la
investidura de Mohamed Idaomar asistieron incluso el
secretario general del Partido de la Justicia y el
Desarrollo, Benkirán, acompañado del presidente del grupo
parlamentario, Mustafá Ramid, levantándose ciertas tensiones
por un problema de forma. Lejos del norte, el PJD logró la
vicepresidencia de Rabat (con Daoudi) y la alcaldía de
Kenitra. En Mekines y Casablanca, me cuentan que a última
hora los “tractoristas” del PAM (enemigos declarados del PJD)
han logrado intervenir forzando otro candidato para la
alcaldía pese a que, en Mekinés por ejemplo, la lista del
PJD había sido la más votada. En Marrakech por cierto, una
joven “tractorista” de 33 años, apellidada Mansouri (sonoro
apellido), ha tomado las riendas de la histórica ciudad que
da nombre al país. Fuentes del PJD de toda solvencia,
aseguraban ayer domingo a este escribano que “el norte, de
Tetuán a Xauen, está virtualmente en manos del PJD, siendo
nuestra voluntad mantener las mejores relaciones con
España”. A una de mis preguntas, responden sin ambigüedades:
“¿Ceuta…? La política oficial marroquí es clara al respecto,
pero no será un obstáculo para que mantengamos la mejor
vecindad con España”. En Castillejos, precisamente, el
alcalde es istiqlalí, el vicepresidente primero (Mohamed
Slimani) del PJD y el vicepresidente segundo del PPS.
Sé que por esos pagos el calor pega con ganas. Las calles de
la Novia de la Yebala hierven de gente, mientras que Martil
se llena con el turismo interior venido de las grandes urbes
del centro y el sur del país. Pese al agobio no me
importaría hoy lunes “perrear” por Tetuán, rematando el día
con una sabrosa e interesante cena, a modo de despedida, al
calor de una agradable compañía: buenos troncos para arder,
buenos vinos para beber y buenos amigos con los que
conversar.
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